En tres meses y medio la violencia trastocó dos veces a la familia de Ana Verónica Arrieta Bracho, de 15 años. El jueves, su exnovio apagó su vida, de tres puñaladas, cuando sus seres queridos apenas se reponían de la muerte (ocurrida el 28 de julio) de Nayibi Riera, de 27 años, quien fue alcanzada por una bala perdida cuando iba a comprar una parrilla.
“A mi hija Arelis (Lizárzabal) le ha tocado fuerte. Ha perdido a sus dos hijas este año. Primero fue su hija mayor en julio y ahora, le matan a la niña. Se quedó sin ellas y criando a cinco nietecitos”, contó Nelly Barrueta, abuela de Ana Verónica.
En el callejón Araguaney del sector Nueva Rosa, en Cabimas, apenas se digería la ausencia de la jovencita, a quien su exnovio atacó en el interior del liceo Víctor Capó, donde ella cursaba el octavo grado.
“Ellos convivieron unos meses, pero ella, viendo el trato que él le daba, decidió cortar eso. Él le pegaba, la celaba hasta de los zancudos”, recordó su abuela sobre el acoso que su nieta recibió aún después de terminar la relación sentimental.
Con tristeza, Barrueta recordaba: “Él era un lobo vestido de Caperucita. La perseguía en todas partes. Se le denunció en Fiscalía, en la Lopna, en el liceo y hasta en la Zona Educativa”, cuenta sobre las tantas veces que procuraron evitar que él se le acercara.
Ana Verónica buscaba refugio entre sus amigas. “Ella no nos decía a nosotros las cosas por temor, se lo contaba a ellas. Les decía que él la tenía amenazada con matar a su mamá y a sus primitos”, recordó Barrueta.
La abuela señaló en nombre de su familia: “Pedimos justicia, que su muerte no quede impune, que no sea en vano. Así como la mató a ella, si queda libre, puede hacer los mismo con otra muchacha”.
El llanto bañaba el rostro de Arelis Lizárzabal, madre de crianza de Ana. “Yo le decía que se cuidara, que si lo veía venir pidiera ayuda a sus compañeritos, a sus maestras. No pensé que esto pasaría”, contó desgarrada por la pérdida de la joven a quien arrulló en sus brazos desde los seis meses de nacida.
Su dolor también lo sentía Yennifer Bracho, madre biológica de la jovencita. Ella vive con una hija de seis años y un bebé de 11 días de nacido, en Valencia.
“Me llamaron y me dijeron pasó algo grave con Ana. Cuando llegué me dijeron todo, ahí tuve que enfrentar la realidad”, comentó la mujer, quien apenas se repone de una cesárea.
Entre ella y su hija mayor, pese a la distancia geográfica, existió la cercanía desde el amor. “Estaba pendiente de ella, hablábamos. Era muy alegre y buena estudiante”, agregó.
Vía Panorama
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