La pequeña ciudad de Yhú, en Paraguay, se vistió de luto. Sus residentes lloraron, sin consuelo, a María Liz Cristaldo López, la turista asesinada el 15 de diciembre en Maracaibo. Durante un mes esperaron con tristeza la repatriación del cuerpo. Ayer, pudieron darle el último adiós.
Con trajes negros y sosteniendo rosas blancas en sus manos, los familiares caminaron por el camposanto de Yhú hasta la fosa. En ningún momento alzaron sus miradas, los ojos denotaban dolor, miraban al cielo y pedían por el descanso eterno de “Rubita”, como le decían por cariño. Aún seguían incrédulos de que la mujer, de 35 años, había sido asesinada.
Ocho hombres cargaron en sus hombros el ataúd blanco, de madera. Iba abierto con el cuerpo embalsamado de María Liz, que llegó a Paraguay, la noche del miércoles en un vuelo de Copa Airlines, procedente de Caracas. No hablaban, un silencio profundo impregnó el ambiente.
A las 5:00 de la tarde se ofició una misa en la iglesia Virgen del Rosario de la localidad. El sacerdote dio palabras de fuerza y paz a los parientes. “Ahora estará al lado de Jesús, descansando”, dijo en la ceremonia. No cupo la gente en la capilla. Alrededor de 600 personas se conglomeraron a las afueras. Al terminar, el cortejo fúnebre partió hasta el cementerio. Dos cuadras caminaron familiares, amigos y vecinos.
Los dos hijos adolescentes, de 17 y 13 años, encabezaban la caminata junto a las cinco hermanas, sobrinos, tíos y la mamá de “Rubita”. La progenitora no pudo ingresar al cementerio. Justo en el portón rojo de la entrada se desvaneció. No aguantó la tristeza; la llevaron hasta su casa, donde horas antes velaron a la tercera de sus seis hijas.
“Mi hermana al fin descansa en paz. A pesar que no estará cerca de nosotros, la sentimos, ahora, como un ángel. Sé que desde el cielo nos cuidará (…) Nos dimos cuenta que muchas personas querían a María Liz, vinieron amigos de otros estados de Paraguay al sepelio. Todo el país vivió y lloró esta trágica muerte”, dijo, Ana Cristaldo.
“Sus hijos están destrozados, pero tienen la tranquilidad de que pueden ir al cementerio a llorarle (…) queremos la pena máxima para el esposo, ese hombre nos rompió el corazón y acabó con nuestra paz. No concibo por qué le hizo tanto daño. La engañó, la utilizó y a la final la mató”, expresó Cristaldo.
La turista fue asesinada por orden de su marido, Jesús González, pagó dos mil euros por el homicidio. Está detenido junto a trece personas más.
“Lo que se hace en la tierra… aquí se paga. No hay palabras de consuelo ante tan terrible pérdida. Por siempre estará en nuestras almas”, lamentó la madre.
Vía Panorama/www.diariorepublica.com