De todo lo que ha trascendido de la vida y obra del narcotraficante Daniel Barrera Barrera, alias El Loco, hay una inquietante información que ha empezado a circular desde su captura el pasado martes en San Cristóbal: su supuesta cercanía con el general (r) Mauricio Alfonso Santoyo Velasco, hoy detenido en una prisión federal de Virginia en los Estados Unidos por su colaboración con las autodefensas entre 2001 y 2008.
Desmovilizados de las autodefensas le dijeron a El Espectador que sí existió ese nexo, que no fue el único y que fue uno de tantos entre oficiales y suboficiales de la Fuerza Pública con los que tuvo cercanía.
Incluso, uno de ellos aseguró que fue testigo de que en una camioneta en la que solía movilizarse Santoyo también fue transportado El Loco en Bogotá cuando no estaba en el radar de las autoridades.
“Era vox pópuli su vínculo con Santoyo”, afirmó un exparamilitar consultado.
Todo parece indicar que fue en 2002 cuando al ala narca del llamado bloque Capital llegó Daniel Barrera. Nunca hubo afinidad ideológica.
Esto era un asunto de negocios y de droga. De hecho, El Loco tuvo graves diferencias con los comandantes del bloque Miguel Arroyave y Henry de Jesús López, alias Mi Sangre.
Las mismas fuentes corroboraron que se habrían efectuado pagos para asesinar a Mi Sangre. Aunque para la DEA, otras agencias antidroga, la Fiscalía y la Policía de Colombia están más que claros los vasos comunicantes entre Daniel Barrera y las Farc, en el mundo de la mafia, del narcotráfico puro, no existen fronteras imposibles. Barrera es el mejor ejemplo de alianzas entre bandos irreconciliables.
Vía El Espectador