Los incendios forestales que afectan el este de España ya han arrasado con 20.000 hectáreas en la provincia de Valencia y continúan activos, ya que las condiciones de cambios constantes en la dirección del viento hacen difícil su control y extinción.
Más de 2.000 personas trabajaron durante toda la noche para tratar de sofocar las llamas de los considerados peores incendios forestales registrados en España desde 1994 y han originado una gran nube de humo y ceniza.
"Es bastante difícil arreglar la situación", indicó un responsable de la Unidad Militar de Emergencias (UME), que aseguró que se han trasladado a la zona a 900 militares, 50 autobombas y 250 vehículos para intentar acabar con las llamas.
"Se ha frenado un poco el avance, pero los incendios siguen avanzando" a pesar de que las temperaturas bajaron, la humedad aumentó y el rumbo del viento cambió, afirmó un portavoz del servicio regional de emergencias.
El domingo, 1.800 bomberos apoyados por 47 aviones y helicópteros siguieron luchando contra el fuego, fijándose como prioridad la protección de "las zonas habitadas", recalcaron las autoridades regionales.
Con todo, el fuego siguió propagándose, alcanzando carreteras y a veces acercándose peligrosamente a las casas.
Los pinos y la maleza de esta región boscosa humeaban mientras los lugareños intentaban ayudar a los bomberos con mangueras o bidones de agua en un intento desesperado por apagar las llamas.
La nube de cenizas y humo sobrevoló durante el día la ciudad de Valencia, cuyos habitantes tenían dificultades para respirar.
"Se habla de decenas de miles de hectáreas" quemadas, afirmó la portavoz.
La prensa española baraja entre 30.000 y 45.000 hectáreas destruidas.
Desde el jueves se evacuó a 3.000 personas pero "la mayoría ha podido volver a sus casas", añadió la portavoz.
BBC/AFP