Ingresó por la Puerta Nueva y atravesó las recónditas calles del barrio cristiano, casi desiertas a causa de las estrictas medidas de seguridad israelíes.
Bartolomeo llegó, por su parte, acompañado por el patriarca ortodoxo de Jerusalén, Teodosios III, al que Francisco agradeció su hospitalidad.Los máximos representantes de las iglesias de Occidente y Oriente renovaron por escrito los votos de unidad y entendimiento rubricados hace medio siglo, y admitieron que pese a ello, el camino hacia la reconciliación es aún arduo y largo.«Nuestro encuentro fraterno de hoy es un nuevo y necesario paso en el camino hacia aquella unidad a la que sólo el Espíritu Santo puede conducirnos, la de la comunión dentro de la legítima diversidad», afirmaron.
«El abrazo que se dieron el Papa Pablo VI y el Patriarca Atenágoras aquí en Jerusalén, después de muchos siglos de silencio, preparó el camino para un gesto de enorme importancia: remover de la memoria y de la mente de las iglesias las sentencias de mutua excomunión de 1054», recordaron.
Un abrazo que, aunque fraternal, deja aún en el tintero retos y cuestiones que exigen un diálogo ecuménico mucho más profundo para comenzar a disiparse, advirtieron.
«Aun siendo plenamente conscientes de no haber alcanzado la meta de la plena comunión, confirmamos hoy nuestro compromiso de avanzar juntos hacia aquella unidad por la que Cristo nuestro Señor oró al Padre para que «todos sean uno», subrayaron.
«Se ha hecho mucho en 50 años, y aunque tenemos algunas dificultades, tenemos también la esperanza de encontrar un camino para establecer la comunión entre las dos iglesias», explicó hoy a Efe el Metropolita de Francia, Emmanuel
Adamakis, presente en la ceremonia del Santo Sepulcro.
Allí, a escasos metros del pequeño edículo, el papa Francisco dijo que ese largo peregrinar debe partir de aquello que une a todos los cristianos y es fundamento de su fe: la resurrección de Jesucristo.
«Este anuncio, confirmado por el testimonio de aquellos a quienes se apareció el Señor Resucitado, es el corazón del mensaje cristiano, trasmitido fielmente de generación en generación, como afirma desde el principio el apóstol Pablo», afirmó.
«Lo que nos une es el fundamento de la fe, gracias a la cual profesamos juntos que Jesucristo, unigénito Hijo del Padre y nuestro único Señor, padeció bajo el poder de Poncio Pilato, fue crucificado muerto y sepultado, descendió a los infiernos, al tercer día resucitó de entre los muertos», agregó.
Francisco volvió a admitir las distancias, pero recalcó que estas se pueden acortar «por el impulso del espíritu santo».
«Somos conscientes de que todavía queda camino por delante para alcanzar aquella plenitud de comunión que pueda expresarse también compartiendo la misma Mesa eucarística, como ardientemente deseamos; pero las divergencias no deben intimidarnos ni paralizar nuestro camino», señaló.
«A este respecto, deseo renovar la voluntad ya expresada por mis Predecesores, de mantener un diálogo con todos los hermanos en Cristo… dejemos a un lado los recelos que hemos heredado del pasado y abramos nuestro corazón a la acción del Espíritu Santo, el Espíritu del Amor y de la Verdad», concluyó.
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