A 45 minutos en barco del aeropuerto internacional de Belice, en medio de la nada, una paradisíaca isla desierta de 42 hectáreas está a punto de perder su carácter recóndito, su anonimato y sobre todo, su quietud. El actor Leonardo DiCaprio compró hace casi una década este pedacito de tierra por 1,4 millones de euros y ahora ha decidido construir un «ecoresort».
En otras palabras, montará un lujoso complejo hotelero de piscinas infinitas que empezará a acoger a sus primeros turistas en el año 2018. Pero detrás de esta aparente opulencia se halla el compromiso de convertir la isla, Cayo Sumba, en un inmenso espacio de conservación y refugio natural. Tras varios años acuciada por la erosión costera, la deforestación y la sobrepesca, Dicaprio quiere devolverle todo su esplendor.
«El objetivo principal es hacer algo que cambie el mundo. No podría haber ido a Belice y construir algo como esto, si detrás no estuviera la idea de lograr algo revolucionario a nivel medioambiental», declaró el actor, al diario The New York Times.
Para poner en pie tan ambicioso objetivo se ha asociado con Paul Scialla, el presidente ejecutivo de Delos.
Las villas donde se alojen los huéspedes se construirán sobre una inmensa plataforma que se extiende en forma de arco sobre el mar, quedando los arrecifes artificiales y los refugios de peces por debajo. De esta manera se aprovechará la brisa procedente del agua para mantener las casas frescas. Además, se construirá un vivero donde crezca la hierba marina autóctona, para apoyar una zona de conservación de manatíes (una especie animal mamífera) y los árboles de mangle serán replantados, en sustitución de las especies invasoras.
Los 68 chalés tendrán acceso a más de un kilómetro de playa independiente, pastizales y selva. Los precios de la estancia no han trascendido, pero los que se encaprichen del lugar tendrán la opción de comprar algunos de las casas por entre 4,5 y 14 millones de euros.
Además de desembolsar una ingente suma de dinero, los que deseen alojarse deberán someterse a una serie de normas. Por ejemplo, no sepuede acceder a la isla con botellas de agua de plástico. Una vez alojados, los huéspedes tendrán a su disposición un programa de orientación en medioambiente.
El proyecto en general está supervisado por un equipo de científicos, diseñadores e ingenieros que, junto con los arquitectos vigilarán de cerca el impacto medioambiental del nuevo complejo hotelero en la isla.
Vía ABC / www.diariorepublica.com