El asombroso parecido de la actriz británica con Anderson, en todo su esplendor rubio platino y tatuada con alambre de espino, ha dejado boquiabiertos a sus fans y al público en general. Además, en pleno revival de las tendencias de los años 90 y principios de los 2000, también nos ha servido para recordar lo influyente e impactante que fue y sigue siendo la particular belleza de Anderson. El proceso del estilo completo fue de unas cuatro horas diarias que involucró peluquería, maquillaje y hasta prótesis faciales.
Aunque Anderson basó su imagen en el modelo de sex symbol instaurado por figuras como Marilyn Monroe o Brigitte Bardot, también introdujo códigos de belleza propios –cejas finísimas; labios escarchados y perfilados por fuera; y una brillante melena oxigenada– que definieron una década. «Como alguien que creció idolatrando la belleza de las mujeres y el poder que tiene el cabello para marcar estilo, Pam siempre estuvo en lo alto de mi lista de iconos», explica el diseñador capilar jefe de Pam & Tommy, Barry Lee Moe. “Todo en ella era desenfadado y caótico. Respiraba belleza y glamour y siempre será un icono para mí”. El diseñador de efectos especiales de maquillaje, Jason Collins, lo suscribe: “El pelo rubio, las cejas y su silueta sentaron las bases del ideal de belleza norteamericana de entonces y por esa razón se quedó grabada en el imaginario de la cultura pop”, explica.
«En sus investigaciones, Moe dio con entrevistas en las que Pam confesaba que había estado tiñéndose el pelo ella misma durante años con tintes de farmacia, lo que finalmente le llevó a utilizar cuatro tonos diferentes de rubio para teñir la peluca de James y conseguir un efecto hecho en casa.”
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Vía: Vogue/ Diario República