Jennifer Lawrence es la protagonista de la portada de la revista ‘Vanity Fair’ del mes de diciembre. La actriz, que se encuentra en plena promoción de su película ‘Don’t look up’ en la que comparte cartel con Leonardo DiCaprio y Meryl Streep, ha confesado que pensó que iba a morir cuando el avión en el que viajaba sufrió un doble fallo de motor.
Todo sucedió en 2017, cuando Jennifer abordó un vuelo privado desde su ciudad natal, Louisville, Kentucky, con destino a la ciudad de Nueva York. «Lo se, un vuelo privado, me merecía morir», bromeó Lawrence antes de seguir entregar detalles del suceso.
Hasta ahí todo iba bien, lo tragedia ocurrió cuando el avión ya estaba en el aire emprendiendo rumbo a Nueva York, y de repente se sintió un gran ruido y bajo la presión del aire dentro de la cabina, todo esto, producto a que uno de los motores había dejado de funcionar.
En el mismo vuelo la actriz sólo iba acompañada de su perro, y del doctor de la familia, quien la había traído al mundo a ella y a sus dos hermanos. Pese a que aún era posible realizar un aterrizaje de emergencia con un sólo motor, de repente pasó lo peor y el avión se quedó completamente en silencio mientras descendía bruscamente.
«Todos íbamos a morir. Comencé a dejarle notas mentales a mi familia: ‘Tuve una gran vida, lo siento’. Me sentí culpable. Todos iban a estar destrozados. Y Dios, Pippi (su perrito) estaba en mi regazo, esa fue la peor parte», explicó la ganadora del Oscar.
Finalmente el avión llegó a su destino y los equipos de rescate abrieron la puerta del jet y sacaron a todos ilesos. Lawrence tuvo que volver a subirse a otro avión pero necesitó medicarse para ello, la actriz asegura que tomó una «pastilla muy grande y varias mini botellas de ron». «Lo que no te mata te hace fuerte» termina diciendo la actriz.
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Vía ABC/ Diario República