Todos los 28 de Diciembre las principales calles de la población de Caucagua se llenan de alegría con la celebración del día de los Santos Inocentes, en especial el día de los Boleros.
Por un lado el sector La Linea y por el otro el sector Pantoja quienes a cargo de esta tradición van a representar las parrandas que saldrán ese día para recorrer el pueblo al son de la música tropical acompañados por instrumentos de vientos, metales y percusión.
Estas parrandas luego de caminar el pueblo en horas de la tarde se concentran en la Plaza Bolívar para realizar el encuentro de Banderas que definirá que parranda es más fuerte y así por último juntarlas y seguir hasta su lugar de origen.
La parranda de los Boleros de Caucagua tiene su origen o raíces en tiempos remotos, cuando por mandato del Rey Herodes fue ordenada la matanza de los niños, también se dice que en tiempos de la Colonia a los esclavos se les daba un día libre, el cual ellos aprovechaban para celebrar sus rituales y burlarse de sus patrones.
Estos actos siempre han tenido un matiz de burla en la actualidad, los boleros se disfrazan como personajes políticos y estos representan la crisis, la corrupción, el hambre y otras cosas más.
Estructura matriarcal
Los Boleros de Caucagua siguen una estructura cuya máxima figura es la Jefa o Gobernadora de Parranda, representada por una mujer ataviada como hombre, quien lleva paltó, cinturón grueso, sombrero de cogollo adornado con flores, cartera, un machete y alpargatas. Tiene como función guiar la parranda; también le indica a la abanderada cómo bailar.
La abanderada es otro de los personajes principales, como su nombre lo indica, se encarga de ondear el estandarte del bando y mantenerlo en constante movimiento rítmico. También es la responsable de indicar el camino a seguir, siguiendo las órdenes de la Gobernadora.
Cuando se encuentran con otro bando, la abanderada decide si hay confrontación o unión. Su vestuario es similar al de la máxima figura, pero sin la cartera ni el machete.
Luego, siguen las Verdugas, estas son mujeres que se encargan de castigar a quienes mantengan una actitud antisocial: los amarran con cuerdas. También buscan a los músicos que se quieran escapar o que se nieguen a participar. Los obligan a tocar y, si no quieren hacerlo, permanecen amarrados.
Las policías acompañan al pelotón y vigilan el orden, controlan la bebida y ponen a los “mala conducta” a las órdenes de las verdugas. Se distinguen por un gorro de policías y usan rolos, palos o armas de fuego (de juguete). También abren paso al séquito de la Gobernadora, una de sus tareas más importantes es recolectar “los impuestos” en los comercios del pueblo (dinero, comida o bebida). Este grupo tiene una jefa que, por lo general, va junto a la Gobernadora.
Finalmente, están los boleros. El primero de ellos es el Moca, fácilmente reconocible por sus cachos. Es el primer bolero en salir, y hace los anuncios de las decisiones de la Gobernadora. El resto de los boleros, vestidos con ropas estrafalarias y pelucas, portando lanzas y con la cara pintada de negro y labios de rojo, van por el pueblo bailando, gritando y gesticulando para mantener el espíritu de la parranda.
Esto, a cambio de dinero, comida o bebidas. Algunos se dedican a la fiscalización, y ayudan a los policías a controlar la ingestión de bebidas alcohólicas.
Este grupo sigue el ritmo de la banda. La música es instrumental. Originalmente era sólo con tambores, pero con el tiempo se incorporaron instrumentos de viento y metal. Los músicos no tienen ningún “disfraz” o vestido en particular. La Gobernadora decide las pausas, que usualmente son breves y pocas.
Mantener la tradición
En la actualidad esta manifestación cultural moviliza a unas 3 mil personas deCaucagua que durante los dos días brincan, gritan y bailan en las calles del pueblo, y siguen a uno de los dos bandos que se mantienen.
El bando Pantoja ha soportado los embates del tiempo, gracias a la transmisión de la tradición de generación en generación. Desde hace más de 30 años, surgió el bando La Línea, del sector homónimo de Caucagua, para contribuir con la manifestación folclórica y hacerle frente al grupo más antiguo.
Al final de la tarde del 28 de diciembre, ambos bandos cruzan las banderas y miden fuerzas: cada uno hala una cuerda por un extremo. Como otrora, el vencedor se lleva lo recolectado.