La fiesta de la Chinita llegó a su aniversario 306, una celebración que llena de regocijo, paz y unión a los zulianos, quienes se desbordan en las calles y con fervor rinden tributo a una de las más queridas advocaciones marianas, no sólo de esta región, sino de toda Venezuela y en muchas partes del mundo.
El Zulia completo se llena de gaita para expresar el amor que siente por su patrona la Virgen del Rosario de Chiquinquirá, aparecida en una sencilla tabilla; pero que hoy representa el sentir de un pueblo, la esperanza de una feligresía que ve en esa imagen la posibilidad de un milagro.
Si bien la Feria de la Chinita es una fiesta con profundo sentido religioso en honor a la Patrona de Maracaibo y de todo el estado Zulia, con el paso de los años la Feria de La Chinita ha tomado cuerpo para convertirse en una Feria con visos internacionales donde las fiestas, parrandas, conciertos, exposiciones culturales, artesanales y comerciales, encuentros y reencuentros, al son de la gaita y de la algarabía del marabino derrochan en entusiasmo y alegría sin igual.
Cada 18 de noviembre y por casi tres siglos, la fe del pueblo zuliano tiene en la Virgen de Chiquinquirá una luz, una guía, una madre. Cercana y milagrosa ven los hijos de esta tierra a la Chinita, a Ella acuden en momentos de alegría y tristeza.
Nectario María, en el libro Historia de Nuestra Señora de Chiquinquirá de Maracaibo, relata que María Cárdenas, una humilde señora que acudía junto con sus vecinas a lavar ropa a orillas del Lago, divisó una pequeña tabla blanca y lisa, pero averiada, en la que nada llamaba la atención.
Llevó la tablita a su humilde hogar , ubicada en el número cinco de la calle que después se llamó El Milagro, y la destinó para servir de tapa a la tinaja del agua de su uso.
“Un martes 18 de noviembre de 1709 se encontraba la señora María haciendo sus quehaceres del trabajo que realizaba, como molendera de cacao cuando escuchó, 3 veces, los golpes que provenían del cuadro. Temerosa se dirigió hasta donde estaba la tablita y se asombró al verla iluminada, para luego apreciar perfectamente la imagen de Nuestra Señora de Chiquinquirá.
La señora no pudo evitar tanta emoción y corrió a la calle para gritar: ¡Milagro! ¡Milagro! Los vecinos acudieron a la casa de la mujer y corroboraron la existencia de la sagrada imagen. Muchos certificaron el milagro pues habían visto la tabla , con apagados colores y confusos contornos”.
Redacción www.diariorepublica.com