“No me voy a empantuflar». Con serenidad —dice no llevar la procesión por dentro— toma Eleuterio Cueva su salida de la rectoría de la Basílica de la Chinita.
“Termina mi paso por la Basílica, me recomiendan un año sabático, que me cuide la salud, yo llevo dos ‘stent’… Hablaron con el consejo presbiteral, luego conmigo. Yo presenté la renuncia. Para mí, lo primero es la obediencia y el respeto al arzobispo y a todos los superiores”, afirma desde el que fue su despacho, asumido el 3 de febrero de 2002
Cueva, con 34 años de servicio sacerdotal, dice haber trabajado con gran transparencia y con la verdad, primero, por la Iglesia misma, para la Virgen y la feligresía.
El anuncio, ya comunicado a los grupos de apostolado que trabajan en la Basílica —de que estaría en el templo hasta la semana próxima— toma por sorpresa a los empleados del templo, servidores e hijas de María, entre otros. Para los ‘hombres de blanco’, la salida de Cueva no debe ser ‘tan apresurada’. “Queremos despedirlo como merece”, manifestaba anoche un grupo en las afueras del santuario.
La decisión trasciende apenas 20 días después del incidente que se suscitó en la misa de la Patrona del Zulia, el 18 de noviembre, con la alcaldesa y la GNB. Ese día, Eveling Trejo incumplió lo acordado, con su equipo de seguridad, para su llegada a la plazoleta y tres días después, Cueva sostuvo, en rueda de prensa: “El equipo de la alcaldesa actuó de forma desleal (…) conocían los accesos. Si habían decidido cambiar de señas tenían que informar”.
— ¿A usted lo remueven o renuncia a la rectoría del templo?
— Monseñor (el arzobispo) pide que me tome un año sabático, que descanse, estudie, que es un tiempo para una evaluación médica completa. Llevo dos ‘stent’ y tengo un dolor en una rodilla que debo cuidar. Yo presenté la renuncia. Me han dicho que tiene para mí 2 o 3 proyectos. Si no, yo le planteo uno que tengo en mente, aquí mismo en el estado Zulia.
— La decisión sorprende a Maracaibo. ¿Qué puede interpretarse cuándo está fresco el incidente de la misa del 18-N?
— Los cambios en la Iglesia son frecuentes. Para mí, lo primero es la obediencia. Claro que me preocupa la connotación política que la gente le dé (…) Con lo que pasó el 18-N, yo no podía quedarme callado. No soy político. Detrás de mí había 1.600 personas, que merecen respeto. Me debo a la feligresía que cree en mí. No trabajo solo, lo hago en equipo, se planifica y ejecuta. Yo rechacé los excesos, ella es mujer y primera autoridad local (…) Aquí en el templo trabajé con gran transparencia y con la verdad.
—Quince años se dice fácil, padre. ¿Qué balance hace su trabajo en estos tres lustros?
—Me voy satisfecho. Se recuperó el lugar de la renovación de la Chinita (Monumento), se fortaleció la devoción dentro y fuera del Zulia, la llevamos a Roma, aumentaron los grupos de apostolado. En un año pasan de 400 los traslados de la Réplica. A la Basílica llega gente pidiendo dinero para adquirir medicinas o enterrar a un familiar; ayudamos sin ser mensos y sin ser tacaños. Aquí hemos sembrado la semilla de la Evangelización.
— Usted hablaba de un ancianato o casa de descanso para los sacerdotes mayores. ¿Qué proyectos le quedaron en el tintero para desarrollarlos acá?
—Tenía en mente llevar la Réplica a Roma y el tema del aire acondicionado. Lo cumplimos. Tenía pensado para la parte posterior de la Basílica transformar los salones en una capilla velatoria, el salón que tenemos es muy demandado y queda pequeño. Otros salones serían para la catequesis, aquí hay 800 niños, los fines de semana, que para sus clases de catecismo deben ir a los colegios Jorge Washington o Cristóbal Mendoza, atravesar la ‘Padilla’… aquí mismo pueden darse las lecciones.
Hablé con los ministros Reverol (Interior) y de Hábitat y Vivienda (Ricardo Molina) para ver la posibilidad de incorporar al vecino edificio de Inavi al complejo Basílica, donde pudiera funcionar el tan anhelado Museo de la Chiquinquirá, un colegio para los hijos de los trabajadores del comercio informal, unas residencias y hasta en la azotea pudiera estar un café con ascensor panorámico. Así se potenciaría el turismo en el entorno de la Basílica y se reorganizaría el comercio informal.
— ¿Tiene otra idea, propuesta, que hacer a escala regional?
— He estado, con el equipo de la Basílica, evaluando el serio problema de la salud. Sé que el gobernador Arias Cárdenas ha pedido al presidente Maduro la transferencia del Puerto y el aeropuerto y queremos pedirle que analice solicitar la transferencia del Hospital Universitario para que los recursos del Puerto y aeropuerto se inviertan en salud para los zulianos, en el HUM.
— ¿Hasta cuándo estará en el santuario chiquinquireño? Usted cumplirá 15 años aquí en febrero.
— Han dicho que debo entregar la semana próxima, entre lunes y martes.
— Eso es ya… rápido, padre. ¿Quién vendrá a asumir el cargo?
— Nos informaron que vendrán el obispo auxiliar de Maracaibo, monseñor Ángel Caraballo, y los sacerdotes Engelbert Jackson y David Urdaneta.
— ¿Qué le aconseja a ellos?, ¿qué le dice al nuevo párroco?
— Primero, que mantenga abierta la Basílica. Que quiera mucho a la gente y que no pierda la sensibilidad frente al dolor ajeno. Este es un puesto que se anhela mucho, que exige mucha responsabilidad, pero, principalmente, es de servicio. Aquí viene gente de todos los estratos sociales y todos merecen ser atendidos con calidad.
—Tras su estadía en este templo, cómo se define?
—Yo llegué acá después de trabajar en barriadas y sectores como Negro Primero, Eloy Párraga Villamarín, Divino Niño, Cuatricentenario y San Jacinto. Trabajé en Niños Cantores y siempre he estado con la gente, al lado de sus necesidades. Aquí en Basílica me defino como el ‘conserje de la Virgen’ y vaya qué implicaciones tiene eso en el ámbito laboral. Ser sacerdote, estar al lado de la Chinita me satisface, no me hace ni orgulloso ni soberbio.
—¿Cuál es ese proyecto que plantearía al arzobispo?
—A mí no me van a empantuflar. Me preocupa el municipio Jesús Enrique Lossada, donde solo hay dos sacerdotes para atender la jurisdicción y otras dos religiosas franciscanas de la Inmaculada en el sector Lo De Doria.
— Se ve trabajando en ‘Lossada’?
— Siento que Dios me llama para allá y si mi destino es ese año sabático, por los momentos, quiero ir a ayudar a las religiosas y comenzar a abrir un camino, desarrollar en ese municipio un complejo parroquial.
—Padre, ¿se va sereno de la Basílica?
—¡Sí! Para un sacerdote, la obediencia es lo primero.
— Por lo conversado, a Usted le quedan solo horas en esta iglesia. ¿Ya pensó cómo se despedirá de la Chinita?
— La Virgen sabe que seguiré con el lema de mi ministerio sacerdotal: “Servirle a la Iglesia como Ella merece ser servida”.
—¿Qué le dice Eleuterio a la Virgen?
— Que siga cuidando al Zulia y a los zulianos, porque hay mucha necesidad.