
A parte de los asesinos, nadie vio el momento cuando cuatro amigos fueron ajusticiados con disparos en la nuca en una zona conocida como El 40 de la vía a Carrasquero del municipio Mara, pero una joven madre llena de temor abrazando a su pequeña hija de tres años, escuchó desde el interior de su humilde vivienda las últimas palabras en forma de alarido que pronunciaron las víctimas.
Por temor, la testigo pidió mantener su nombre en anonimato y dijo que lo ocurrido fue una pesadilla que comenzó a las 11:40 de la noche del jueves. Luego de un inusual ruido que producían varias personas, se escucharon a hombres gritando “no nos maten…no nos maten”. La súplica de las víctimas fue callada por un estruendo de disparos que hicieron adelantar el canto de los gallos.
No hubo ojos que vieran cuantas personas actuaron en los crímenes, pero se presume que fueron entre cinco y seis sujetos. La masacre se había ejecutado justo frente a un abasto de nombre Mi Vaquita. Los asustadizos residentes aguardaron diez minutos de silencio para salir de sus viviendas. Hombres y mujeres se llenaron de pánico al ver a los cuatro hombres boca abajo, atados con alambre, amordazados y con múltiples balazos, la mayoría en la nuca. Tres de los cadáveres permanecían juntos y el cuarto a pocos metros.
Una patrulla de la policía municipal de Mara pasó por el sitio pocos minutos después de los asesinatos y los oficiales que la tripulaban inmediatamente informaron al CICPC sobre lo ocurrido. Los cuatro cadáveres no portaban documentación y lo primero que se sospechó es que se trataba del grupo de personas que presuntamente habían raptado de Carrasquero un supuesto grupo irregular colombiano para luego matarlos. Precisamente ese mismo día jueves periodistas de diferentes medios se trasladaron hasta esa zona ante el insistente rumor de una masacre.
Fue hoy cuando la noticia de la masacre se regó como hierba mala en invierno, pero se trataba de otro hecho presuntamente aislado. Entre la una y las tres de la madrugada los parientes de las víctimas estaban enterados de lo ocurrido y no salían de su asombro.
Antes de rayar el sol todos los cuerpos habían sido identificados. Se trataba de Jonathan José Añez Suárez (20), apodado “El Saro”, Eduardo Luis Leal Fuenmayor (24), “El Guagua”, Antonio José Mercado González (19), conocido como “Orinoco” y Eudi Díaz.
Los dos primeros residen en el sector Cerro Picante de la parroquia La Sierrita y sus otros amigos en Carrasquero. Esmeira Suárez, madre de Jonathan, aseguró esta mañana frente a la morgue que su hijo y los otros tres muertos eran amigos. Dijo que Eudi Díaz vivía en Carrasquero, pero tenía una casita en El Picante. “Jonathan trabajaba ocasionalmente como moto taxista y ayer como a las ocho de la mañana lo fue a buscar Eduardo Leal en un camión 350, color rojo, para que lo acompañara a hacer un viaje de gasolina”, explicó entre lágrimas Esmeira Suárez.
El joven era el tercero de cinco hermanos y uno de estos, José Manuel, comentó que Jonathan, quien tenía un hijo de dos años y la mujer con un embarazo de ocho meses, se había comunicado con él a las ocho de la noche ante la preocupación de su madre y le manifestó que estaba llegando a la casa.
Por su parte parientes de Eduardo Leal, en conversación con la prensa, indicaron que en efecto este salió de su casa a las siete de la mañana y cuatro horas después se comunicó con su padre para decirle que iba a realizar una diligencia. Luego a las dos de la tarde volvió a establecer contacto telefónico para expresar que se iba a demorar y que donde permanecía estaba bien. Sus parientes no dijeron que se dedicaba al contrabando de gasolina sino que era comerciante y que tenía una hija de cinco años a quien mantener.
De las otras dos víctimas sus familiares no quisieron hacer comentario de lo ocurrido. Funcionarios de la subdelegación del CICPC-El Mojan actuaron rápidamente y a las dos de la madrugada ya habían levantado los cadáveres. Esta mañana el nuevo jefe del Eje de Investigaciones de Homicidios y el comisario Luis Manucci, jefe del mencionado despacho detectivesco en Mara, se presentaron a la escena del crimen. Trascendió que los investigadores manejan el móvil de la venganza, pero hasta los momentos no se sabe qué grupo cometió la cuádruple matanza.
Otra versión suministrada por una fuente policial da cuenta de que los ajusticiamientos podrían haber sido perpetrados por grupos irregulares que ejercen algún dominio de esa zona y se dedican a eliminar a personas que están incursas en delitos. Los cuatro amigos masacrados no registraron antecedentes policiales, pero esto no indica que alguno de estos esté relacionado con el hampa.
En esta vivienda residía Eduardo Luis Leal
Vía Noticia Al Día/www.diariorepublica.com