En el artículo anterior hablamos del divorcio que existe entre el Gobierno Municipal y los ciudadanos, pues estas instancias que deben ser las más abiertas por su cercanía a la gente, funcionan como una compañía anónima, conducta de la que no escapan los gobiernos regionales y el nacional que cada día es más cerrado y asfixiante.
Hace unos días, coincidía con el Profesor Pedro Romero, en que las alcaldías no han sabido utilizar el gran poder que les confieren sus competencias, en favor de la Ciudad. Ellas gozan de instrumentos especiales y sus mejores aliados son los ciudadanos y sus organizaciones. Las alcaldías deben diseñar un modelo de ciudad con desarrollo armónico y sustentable y las leyes facultan al alcalde, como primera autoridad civil del municipio, para que lo haga a través de la participación ciudadana, pero actúan en forma contraria a su razón de ser y están a la cola de los demás poderes en materia de decisiones relevantes.
El desastre, el desorden, la anarquía y la inseguridad que pululan en Maracaibo, son el resultado de la ineficiencia, desidia, incapacidad y corrupción de los órganos de poder, local, regional y nacional y de un modelo de gobierno enchapado a la antigua, atrasado, cerrado y sin visión de futuro. Por ello, es que se observan altos niveles de frustración y baja autoestima en la población.
Maracaibo se transformará, asumiendo en forma integral las siguientes premisas: 1. Trabajar en forma inmediata en la solución de sus más graves problemas; 2. Gobernar con el pueblo, desarrollando una gestión abierta y acatando todos los instrumentos legales que favorecen la participación ciudadana en la vida pública y 3. Desarrollar un programa dirigido al desarrollo sostenible del Municipio. Esto podrá cumplirse a través de un gobierno de unidad, que de paso a la construcción de un liderazgo emergente, que asuma nuevas formas de hacer política; un proyecto de descentralización del poder local y la promoción de formas organizativas amplias, democráticas y autónomas.
En ese sentido, debe crearse en cada parroquia una gerencia de la Alcaldía, que planifique y ejecute acciones con las organizaciones sociales en función de su desarrollo integral, priorizando los sectores más vulnerables. Deben promoverse los Consejos de Vecinos por comunidad y el Consejo de Gobierno Parroquial, que en coordinación con los Consejos Locales de Planificación Pública y los órganos descentralizados de la Alcaldía, podrán intervenir en la solución de problemas educativos, de salud, vivienda, aseo urbano, transporte público, vialidad, mercados populares, empleo, seguridad, entre otros, teniendo como actores a los grupos culturales, deportivos, ecológicos, redes de tiendas, de abastos, microempresarios, empresas comunitarias de servicio, cooperativas, consejos comunales, consejos educativos, trabajadores del volante, iglesias, el concejal del circuito y otros representantes de los poderes públicos.