Por Antonia Muñoz
Todos conocemos de los tantos vicios de la Administración Pública en la cuarta República, que heredamos en la quinta, entre los cuales destacan: el burocratismo, el nepotismo, el despotismo, la desidia, la indolencia, la ineficiencia, el tráfico de influencia; vicios que alimentan la temible, corrosiva y destructiva corrupción. Este fue uno de los grandes obstáculos encontrado cuando se asumió el gobierno bolivariano el 02 de febrero de 1999. Contra los precitados vicios y los que se omiten por razones de espacio seguimos luchando, ya que los mismos continúan cual espada de Damocles amenazando la eficiencia, la eficacia y la consolidación de la Revolución Bolivariana. Con el fin de combatir tales vicios de raiz, estamos obligados a repasar con cierta frecuencia “Las cinco líneas estratégicas”, presentadas por el Presidente Chávez a finales del 2010.
Sin que para nada la reflexión anterior implique conformismo o aceptación del mencionado cáncer social, no debe sorprendernos que la corrupción de la cuarta haya permeado y se haya infiltrado hacia la quinta, porque en Venezuela seguimos viviendo los mismos habitantes, más los que han nacido en estos últimos 13 años. Nunca hemos tenido conocimiento de una emigración masiva que nos haga suponer que quienes practicaban tales vicios se fueron de Venezuela. Incluso, ni siquiera se trata de conducta individual, se trata de una contaminación colectiva, se trata de una especie de mal que se ha infiltrado hasta los tuétanos del colectivo nacional. En este sentido, no olvidemos lo difícil que es el proceso cultural de cambiar “torres de control”. Sin querer justificar ningún tipo de conducta cuestionable, sino a manera de explicación para comprender las raíces del problema y aplicar el tratamiento adecuado, es necesario que aceptemos que resulta difícil atravesar el desierto sin que al menos en los pies queden restos de arena. Igualmente, es imposible atravesar un pantano sin salpicarse de su barro. Sin embargo, esta situación debe preocuparnos y ocupar nuestra atención, ya que de lo contrario el avance de la revolución será más lento.
Un objetivo prioritario de la Revolución Bolivariana es luchar contra los vicios arriba señalados, los cuales constituyen verdaderas enfermedades, cuyos patógenos unas veces mutan y se hacen resistentes a todo tratamiento, otras veces se mimetizan y disfrazan para quedarse agazapados dentro del cuerpo de la Administración Pública y pasar desapercibidos, y así seguir saboteando cómodamente y dando mal ejemplo desde adentro. Todo lo anterior produce desesperanza y desánimo en la población, que precisamente, es lo que busca la contra revolución. Ante la inoperancia de la pesada burocracia del Ministerio de Salud, el 16 de abril del 2003, nace la Misión Barrio Adentro I, que tiene como objetivo “garantizar el acceso pleno a servicios de salud integral y de calidad, para dar respuesta a las necesidades sociales de la población, especialmente la excluida, bajo los principios de equidad, universalidad y justicia” en cumplimiento de los artículos 83 y 84 de la Constitución de República Bolivariana de Venezuela (CRBV).
El embrión de Barrio Adentro I fue un programa de salud piloto implementado en 5 parroquias del municipio Libertador, durante la Gestión del Alcalde Freddy Bernal. El 16 de abril de 2003 llegaron a 5 parroquias del Municipio Libertador el primer contingente conformado por 54 médicos cubanos, como parte de un convenio firmado entre el Presidente Fidel y el Presidente Chávez. Así, progresivamente fueron llegando médicos a cada uno de los 23 estados, comenzando la Atención Primaria de la Salud en consultorios y clínicas populares improvisadas en las viviendas de los vecinos que disponían de un espacio el cual ofrecían con mucho desprendimiento. Así nació Barrio Adentro I. Posteriormente, estos consultorios improvisados fueron sustituidos a nivel nacional por 1600 consultorios populares, los cuales incluían las habitaciones y baños para las y los médicos cubanos.
El 12 de junio de 2005, nace Barrio Adentro II, donde se planificó la construcción de 1235 instalaciones en todo el país: 600 CDI, 600 SRI y 35 CAT, la mayoría de los cuales están funcionando atendidos por personal cubano y venezolano. Barrio Adentro III consiste en la modernización de la red hospitalaria tradicional o existente en el país, con prioridad en la modernización tecnológica de equipos médicos y remodelación, ampliación y mejora de la infraestructura hospitalaria. Barrio Adentro IV nació el 20 de agosto de 2006 con la puesta en servicio del hospital cardiológico infantil “Gilberto Rodríguez Ochoa. Esta misión comprende la construcción de 15 nuevos hospitales altamente especializados en los estados Miranda, Aragua, Anzoátegui, Barinas, Apure, Mérida, Cojedes, Carabobo, Guárico, Zulia, Bolívar, y Distrito capital.
No era fácil avanzar eficientemente en la implementación de políticas de salud para las grandes mayorías, con un gran déficit de médicos y enfermeras, con una cantidad de jubilados o con tiempo de jubilación, sustituidos por suplentes cobrando como activos ambos, con un sinfín de personal cercanos a la jubilación, pero todavía en calidad de contratados. En Portuguesa siempre recordaré una enfermera que recibió su cargo fijo después de 21 años de contratadas: A los pocos meses murió de un cáncer. Ahora su hijo ocupa su cargo. También nos encontramos con infraestructuras numéricamente insuficientes, muchas de ellas destartaladas por falta de mantenimiento. Y como a la torta le faltaba la guinda, algunos trabajadores a diferentes niveles, hurtaban parte del material médico quirúrgico y otros insumos hospitalarios. Sin embargo, en honor a la verdad, debo reconocer que la revolución bolivariana consiguió mucha cooperación del personal médico- asistencial del estado Portuguesa. Las Misiones están más que legitimadas, entonces ¿A cuento de qué, la fulana Ley de Misiones que propone la oposición, la cual negaron en la Reforma Constitucional? Viviremos y venceremos con Dios y la verdad por delante!