
Contrariamente a lo que es común pensar, la tartamudez no tiene un origen psicológico,
pero puede producirse en los niños ante situaciones familiares desagradables, tales como: la
pérdida de un ser querido, separación de los padres o un accidente, entre otras causas; y
como parte del tratamiento del afectado, además de la ayuda profesional, se requiere del
prudente apoyo de su entorno íntimo.
Así lo señala la psicopedagoga Alessia Vicenzi, especializada en terapia del lenguaje, con
una experiencia de 12 y 8 años en las respectivas áreas de la psicología, e integrante del
grupo de profesionales de la salud al servicio de la Fundación Centro Italiano-Venezolano
(Fundaciv), institución sin fines de lucro que atiende a sus afiliados, trabajadores y
miembros de la comunidad en la cual tiene su sede.
La psicóloga define la tartamudez como un trastorno en la fluidez al hablar, y advierte que
se trata de una dificultad y no de una enfermedad. Agrega que esta tiene comúnmente un
carácter cíclico, que aparece y desaparece por periodos de tiempos variables; por lo que,
señala, en algún momento ha podido escuchar a algún representante decir: “Mi hijo unos
días está mejor y en otros peor”.
El origen
Vicenzi señala que la tartamudez es involuntaria, no ocurre porque el niño lo desee y
mucho menos porque quiera llamar la atención. Investigaciones revelan que no tiene origen
psicológico, normalmente aparece cuando la familia atraviesa situaciones familiares un
tanto confusas o dolorosas, como por ejemplo: mudanzas, la pérdida de un ser querido,
separaciones de los padres, un accidente, entre otras.
“Estudios demuestran que puede ser hereditario; en algunos casos se da la combinación de
ambas, pero prevalecen las que tienen su origen en situaciones familiares desagradables, y
conllevan a que el niño no pueda expresarse de manera fluida como lo exige su entorno
escolar y/o familiar”, explicó Vicenzi.
En cuanto a la edad en la que se presenta, indica la especialista que normalmente estas
disfluencias comienzan alrededor de los 2 y 4 años y, como dato adicional, revela que “los
niños tienen tres veces más posibilidad de tartamudear que las niñas”.
Tratamiento
Según lo indica, existe un sin fin de enfoques para abordar a los niños que presenten este
diagnóstico. “No existe uno fijo, ya que un método puede servir para un paciente pero para
otro no del todo, pues los problemas y las necesidades varían según la persona”, reitera la
experta, quien en cualquiera de las situaciones recomienda a los padres o representantes
acudir a un especialista en el área, en este caso un terapeuta del lenguaje o fonoaudiólogo,
para que realice las evaluaciones correspondientes y arme un plan de tratamiento adaptado
al paciente.
Admite que, no obstante, es posible que el tratamiento no elimine la tartamudez por
completo, pero el especialista está facultado en proporcionar técnicas que ayuden al niño
a mejorar la fluidez al hablar y permitirle de esta manera participar en actividades
escolares y sociales con mayor facilidad.
Papel de la familia
Para el niño sometido al tipo de trastorno descrito, independientemente del tratamiento que
el especialista le coordine, los resultados serán más eficaces cuando cuente con un entorno
realmente afectivo.
Algunas recomendaciones básicas para familiares de pacientes que presentan esta dificultad
son: evitar corregir cuando ocurra la tartamudez, evitar burlas o caras raras delante del niño,
no completar la frase para evitarle un disgusto, darle todo el tiempo que necesite para que
culmine lo que quiere decir, tener mucha paciencia -esto es fundamental-, mantener un
clima relajado en la comunicación, escucharlo con mucha atención, así como hablarle de
manera relajada y lenta cuando se dirija él.
Finalmente advierte la terapista del lenguaje y psicopedagoga, que si no se maneja a tiempo
esta disfluencia de una manera correcta, la tartamudez puede llevar a complicaciones como:
problemas para comunicarse con los que lo rodean, perder el interés por las relaciones
interpersonales, es decir, no hablar o evitar momentos para que este trastorno
comunicacional no se manifieste, desarrollar niveles de ansiedad y bajar la autoestima en la persona.
Nota de Prensa/www.diariorepublica.com