«Yo parí cinco hijas y la vida me regaló a Chávez, mi hijo varón», afirmó Tania Valbuena, con 73 años de edad, una de las abuelas que este jueves se sentó debajo de un árbol de la plaza Bolívar de Maracaibo para tratar de buscar consuelo con los miles de seguidores del mandatario nacional.
«Nadie sabe el dolor que sentimos mi esposo y yo cuando nos enteramos de la muerte de Hugo. Creo que los viejitos hemos amado a esta hombre como nadie, porque como decía él, amor con amor se paga», relata.
Como si se tratara de su bien más preciado, carga abrazada la imagen de su comandante, una foto que capturó su hija cuando el presidente fue a Cabimas el pasado 30 de septiembre.
«Nunca había podido ver a Chávez de cerca porque mis hijas nunca me dejaban ir. Ese día le rogué a un yerno que me llevara a Cabimas porque yo tenía que verlo de frente. Después de tanta insistencia me complacieron y creyeron que no llegaría a caminar mucho. Para sorpresa de ellos, y hasta mía, los militares me ayudaron a acercarme hasta que por fin lo tuve cerquita y le eché mi bendición», recuerda.
Para Antonio Romero, el hecho de que el presidente le haya dado «a los viejos» una pensión digna, es suficiente para confirmar el grado de compromiso que Hugo Chávez tenía con las personas de la tercera edad.
«Antes que Chávez nos diera los 2 mil bolívares de pensión yo cobraba cerca de 300 bolívares, que no me alcanzaban para nada, era a mi modo de ver una limosna. El presidente entendió que los viejos, con menos fuerzas para trabajar, necesitábamos la mirada de él, de su gobierno, nos miró como un hijo a sus padres y dignificó nuestra vida», detalla.
Aunque para muchos de estos abuelos las fuerzas no le rinden para viajar a Caracas y despedir personalmente a su hijo, aseguran que el espíritu de Chávez está con ellos, no en su cuerpo.
«La vida nos ha enseñado a tomar las cosas con calma. No podemos cambiar lo que Dios decidió, pero sabemos que el día que nos toque a nosotros dejar este mundo, llegaremos hacia él para abrazarlo y besarlo como siempre lo soñé», manifiesta Mireya León.
Escuchando una y otra vez la voz del hijo Chávez cantando «Patria, Patria, Patria querida…», los zulianos de la tercera edad confían en que el legado del comandante será irrefutable.
«Ya nosotros no servimos para la batalla, pero sí para un voto -añade Nerio Emiro Ferrer-. Nuestro comandante, nuestro hijo, no murió del todo porque cuenta con bastantes hijos y hermanos para seguir construyendo su sueño».
Vía AVN