
El año 1964 fue el momento de mayor auge de Richard Jarecki. En apenas seis meses, ganó el equivalente actual a casi 8 millones de dólares. Agotó un casino online en San Remo en dos oportunidades. Tuvo prohibición de entrada en casinos por ser “excesivamente bueno”.
Richard Wilhelm Jarecki, fue un médico estadounidense nacido en Alemania, que ganó más de $ 8 millones de una serie de casinos europeos después de romper un patrón en las ruedas de la ruleta.
A pesar de su vocación por la medicina, otra pasión superaba la curiosidad científica, más allá de la anatomía y la sanación del cuerpo humano: EL JUEGO.
Al inicio las cartas le iban de maravilla. Por los años 50, en este renglón el joven europeo mostró grandes habilidades para retener números y estadísticas que le ofrecieron buena colecta a nivel económico.
Pero su visión y pasión en el mundo de los casinos creció más allá de las cartas: fue a la ruleta, instrumento que le despertó la curiosidad de estudiar las formas aleatorias y poder encontrar un patrón, una falla o un defecto que pudiera ofrecerle mejores posibilidades de ganancia.
La fortuna de Jarecki, si bien no había llegado en la ruleta aun, ya se había asomado al casarse con Carol Fuhse, organizadora, árbitro internacional y escritora de ajedrez. Ambos se trazaron una meta que les llevó a viajar por todas las ruletas que podían, registrando manualmente decenas, cientos y miles de giros.
A finales de los años sesenta, muchos medios comenzaron a fijarse en ese tipo que estaba arrasando en los casinos de la Costa Azul. ¿Cómo lo hacía?
A través del método de observación, analizaban las ruedas de la ruleta sesgadas, imperfecciones mecánicas y anomalías estadísticas.
La hipótesis de ambos investigadores de la ruleta, retaba la creencia colectiva que al girar una bola el azar y la suerte determinaban su destino. Los Jarecki no sólo estaban convencidos, sino que querían demostrar al mundo, que un dato estadístico, una rutina o un defecto podría variar esta “verdad colectiva”, y mucho más allá, sacar el mejor provecho de ese resultado.
Para perfeccionar el método un poco más, la pareja reclutó a un equipo de 8 “cronometradores” que registraban las estadísticas de los casinos, hasta 20.000 giros durante un período de un mes.
La vieja teoría de la gravedad
Ni ordenadores, ni trampas ni magia. Todas las investigaciones y referencias bibliográficas del caso, dan fe que Jarecki y su equipo notaron con extrañeza que mientras otros instrumentos de juego eran reemplazados con frecuencia como cartas o dados, debido a que a lo largo de la jornada probablemente habían quedado marcados, las costosas ruletas de madera eran las mismas día tras día, mes tras mes, y año tras año, iban quedando marcadas por mucho tiempo generando imperfecciones en su superficie que seguramente alterarían el resultado del juego.
Jarecki tuvo éxito tanto en la identificación de las ruedas inclinadas como en el trabajo donde las llamadas zonas calientes yacían en la rueda para darse una ventaja sobre la casa. Todo estos “fallos” en conjunto podrían hacer que ciertas ruedas cayeran en ciertos números con mayor frecuencia que la aleatoriedad que se les presuponía.
“Experimenté hasta que tuve una descripción general de un sistema basado en los números ganadores anteriores. Si los números 1, 2 y 3 ganaron las últimas 3 rondas, pude determinar cuando era más probable que ganara el próximo 3”, reseñaba la nota las consideraciones del profesor jugador.
Cuando el medico volvió a Alemania aumentó su asertividad. Y es que, en comparación con la ruleta Americana, la ruleta Europea tenía menos ranuras (ya que solo tenía una ranura 0). Como resultado de ello, ofrecía mejores probabilidades: la ventaja de la casa sobre el jugador pasó a ser del 5,26% a tan solo el 2.7%.
Así fue como un médico logró ganar millones de dólares en la ruleta de los casinos de la costa azul Europea.
El 25 de mayo de 1969 ‘The Sydney Morning Herald’ ofrecía a sus lectores la primicia mundial del ‘profesor maravilla’. La historia daba parte de los lamentos de Signor Lardera, dueño del casino de San Remo, quien llegó a emitir una orden de prohibición de entrada del huracán Richard Jarecki por sus salones de juego.
“Es una amenaza para todos y cada uno de los casinos de Europa. No sé cómo lo hace, pero si nunca volviese a pasarse por el mío, me haría un hombre muy feliz”, dijo.
Su carrera terminó cuando la mayoría de los casinos comenzaron a reemplazar las ruedas viejas y llevaron un seguimiento de sus jugadores de cerca. Los casinos realizaron grandes inversiones en busca de defectos y la construcción de ruedas menos propensas al sesgo. Cualquier cosa con tal de acabar con el “método Jarecki”.
Jarecki ganó su último torneo en diciembre de 2017, a los 87 años, apenas unos meses antes de fallecer a causa de una neumonía
En la actualidad, todo ha cambiado demasiado como para que aquello volviera a ocurrir. Si hay un jugador que destaca sobremanera en los casinos, ya sea de forma fraudulenta o legítima, esa persona se perfila y sus detalles se comparten a través de la red. Además, la mayoría de las ruedas se han vuelto digitales, ejecutadas por algoritmos programados para favorecer la casa.
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