Un viaje que Claudia Pinto Emperador (Caracas, 1977) realizó en 2002 a la Gran Sábana le sirvió para superar un momento difícil que atravesaba su vida. La cineasta venezolana encontró en la región guayanesa la energía necesaria para reconciliarse con sus propios sueños. Fue tal la sensación que dijo que algún día tenía que hacer una película en aquel lugar. Diez años después regresó para filmar La distancia más larga, que se estrena el viernes 29 en las salas nacionales.
La realizadora trasladó sus sentimientos a los personajes. Seres atormentados que huyen para hallarse a sí mismos. La ópera prima de Pinto es una historia sobre los contrastes (quizás se le puede criticar su empeño en remarcar lo evidente): un filme acerca de la muerte que trata de provocar una reflexión sobre la vida o el destino. Una mujer que está en su última etapa frente a un niño que apenas empieza su andadura. O una capital caótica ante la belleza natural del país.
Un agujero de bala en el vidrio de un carro recuerda que estamos en la Caracas de hoy, que la camioneta le pertenece a otro, que su dueña ya no está, que murió o la mataron. El Roraima de fondo en otra escena indica que el país también puede darnos una alegría. En La distancia más larga se muestran dos caras de Venezuela. «Yo creo que la película tiene muchísimas lecturas posibles. Quería construir una historia basada en los extremos. Dos caras emocionales, geográficas», dijo la comunicadora social, que tardó una década en concretar su proyecto inicial.
A Pinto siempre le recordaban la dificultad de rodar en un lugar como la Gran Sabana. Le preguntaban si no se podía hacer en otro sitio, en otro país. Insistió hasta que consiguió los recursos y una coproducción con España que le permitió contar con la actriz Carme Elías, ganadora de un Goya en 2009. El presupuesto no fue mucho. El viento, por ejemplo, lo hacían miembros del equipo subidos a árboles con pabilo. «Lo más complicado de rodar allá fue también lo más bonito: el clima es bastante inestable. Llovía, luego no había nubes. Hubo escenas que rodamos en cuatro días porque no había manera de mantener la luz. Luchamos contra la naturaleza. Al final, nos adaptamos».
Carme Elías da vida a Martina, una española que viaja después de varios años a la Gran Sábana para decidir su destino. Allá se encuentra con su nieto, un chico que huye de su casa tras el asesinato de su madre. Pasado y futuro juntos en una obra en la que Pinto explora en los temas que le obsesionan. Ya lo había hecho antes en los tres cortometrajes que ha realizado (Una voz tímida en un concierto hueco, Todo recto y El silencio de los sapos): la pérdida, la incomunicación, el control de su propia vida.
La realización de La distancia más larga significó la concreción de un sueño para Pinto. A ella, que siempre le interesó la imagen, supo que quería dedicarse al cine mientras estudiaba periodismo en la Universidad Católica Andrés Bello. «Fue durante un rodaje de una cinta de Alejandro Bellame Palacios, que era mi profesor. Al ver todo ese proceso, me tocó. Supe que me interesaba contar historias a través de las imágenes más que las imágenes en sí. La película me sirvió también para creérmelo, para crecer como ser humano. Ha sido un viaje emocional».
Tras el debut el año pasado en el Festival de Montreal (ganó el premio del público a la mejor película latinoamericana), la obra fue galardonada también en Huelva y Cleveland. Ahora, que viene a Venezuela, marca el fin de un ciclo luego de pasar por otros certámenes. «El estreno en el país es de las cosas que más me ha emocionado porque es volver a casa. Desde hace 12 años vivo en España. Necesitaba regresar. Esto marca un punto de llegada a un sitio que siempre esperaba. Ahora empiezan otros viajes», agregó la directora, que realizó un máster de guión cinematográfico y de televisión.
Claudia Pinto ya trabaja en la escritura de dos películas. La caraqueña se toma el tiempo necesario para terminarlas, para reescribirlas con tranquilidad. «Trato buscar de historias que me muevan, que me interesen, que me den la energía suficiente para aguantar lo que viene. Necesito creer en lo que hago. La distancia más larga me inspira para hacer una próxima», concluyó la realizadora. Doce años más tarde de aquel viaje inicial a la Gran Sabana, Pinto todavía disfruta de las alegrías que le trajo.
Vía El Universal/www.diariorepublica.com