Hasta ayer habían sacado de la Cárcel Nacional de Maracaibo a unas cuatro mil personas, entre reos, familiares que pernoctaban desde hace seis meses y visitantes que quedaron atrapados el domingo antes del tiroteo que dejó 16 muertos.
Una fuente del Ministerio de Servicios Penitenciarios informó que entre los desalojados están 300 niños, de los cuales 200, casi todos menores de 9 años, tenían más de 5 meses residiendo con sus padres y no iban a la escuela.
Sin embargo, la ministra Iris Varela informó el jueves que dentro del penal había 56 infantes usados como rehenes.
Mil personas, la mayoría mujeres, salieron del penal entre la madrugada y la mañana de ayer. El resto de los desalojados son reclusos delAnexo Femenino, Procemil Policías, Procemil Patio, Procemil Calabozo, Reeducación y Penal. Se trata de casi 80 por ciento de la población total del internado. En Sabaneta, con capacidad para 700 internos, había casi 3.700 reos, según el último reporte.
Fuentes extraoficiales aseguraron que 2 mil dejaron la cárcel voluntariamente. Las autoridades llevaron a los reos a la cárcel de Uribana (Lar), Ciudad Penitenciaria de Coro (Fal) y Penitenciaría de Morón (Car). Usaron buses de la ruta alimentaria y del Metro de Maracaibo.
Se llevaron al pran.
A las 4 de la tarde Edwin Soto, pran de la cárcel zuliana, y 29 de sus hombres, abandonaron el penal sin que sus familiares lo notaran. Nadie dio la versión oficial de los hechos, pero Ronal Picón, pastor penitenciario y vocero de los reclusos, informó que Soto salió en una camioneta blanca blindada «para darle mayor seguridad por tratarse de él».
Se supo que lo llevaron a la Base Aérea Rafael Urdaneta y desde allí lo trasladarían a Tocorón. Sin embargo, Picón explicó que no se confirmó el sitio de reclusión por «medidas de seguridad». Edwin Soto, al salir, fue fotografiado despidiéndose junto a su mano derecha, «Pepito».
El pastor evangélico informó que el jueves, poco después del anuncio de la ministra Iris Varela, el recluso Edwin Soto se reunió con la población penitenciaria e informó que se resistiría a dejar entrar a los militares. Después de una mediación, Soto cambió de opinión.
«Dijo que sabía que si se resistía habría una guerra, y entre las condiciones que puso, en el acuerdo con la ministra, estaba dejar salir a los visitantes». Desde las 10 de la noche del jueves, los familiares comenzaron a salir de la cárcel. Los reclusos que aceptaban el traslado entregaban sus pertenencias a los militares y eran reseñados frente a la autoridad. Luego, sus allegados recibían afuera sus pertenencias.
Vía Últimas Noticias/Juan José Faría