Setenta y cuatro días después que desapareciera Eudo Enrique Bastidas Arellano, ingeniero eléctrico de PDVSA con cargo de superintendente en el área de La Salina, en Cabimas, finalmente fue encontrado sin vida a las 2:30 de esta madrugada, con un disparo en la cabeza y enterrado a un metro de profundidad en una zona boscosa del sector Puerto Escondido del municipio Santa Rita.
El profesional de 48 años, natural de Acarigua, estado Portuguesa, residía solo en la urbanización Las Cúpulas de Cabimas y era un destacado empleado de la estatal petrolera. En su entorno de amistades masculinas halló su muerte de forma violenta, arrojó la investigación que de manera impecable realizaron funcionarios del CICPC-Zulia, pertenecientes a la División Contra Bandas Organizadas.
Bastidas fue visto por última vez el pasado 30 de septiembre. Desde entonces sus parientes realizaron una especie de peregrinaje por distintas dependencias hospitalarias, policiales y hasta morgues forenses. La subdelegación de la policía científica de Cabimas recibió la denuncia y lo colocaron en el renglón de desaparecido. Pero a medida que pasaban los días sin saber de su paradero, los sabuesos del CICPC comenzaron a investigar el entorno del ingeniero.
Descubrieron que a Eudo Enrique lo frecuentaba un joven. A través de rastreos telefónicos lo ubicaron. Se trataba de su amigo íntimo, un joven de 18 años de nombre Raúl Alberto Fernández Rosales, residente de Cabimas.
Los detectives lo detuvieron ayer y comenzaron a interrogarlo pues las últimas llamadas que fueron registradas en el teléfono celular de Bastidas Arellano, salieron del móvil de Raúl Alberto. El sospechoso no pudo hacerse de una coartada y confesó.
Dijo que Eudo Enrique y él mantenían una relación íntima y que este, para finales de septiembre le manifestó que no quería seguirlo viendo. Raúl Alberto Fernández no aceptó la petición e insistía que continuaran compartiendo. El 30 de septiembre el joven de 18 años citó al ingeniero en un lugar de Cabimas que no fue revelado por las autoridades. La excusa era conversar y restablecer la relación pero en verdad ya había orquestado un plan para sacarlo de Cabimas junto a tres de sus amigos, Marcelo Vásquez (21), Rubén Darío Portillo Bozo (39) y otro apodado “El robalo”.
Eudo Bastidas condujo su camioneta Hyundai Tucson en horas de la anoche hasta donde lo había citado su amigo. Una vez que llegó conversaron brevemente y partieron rumbo al municipio Santa Rita. Bajo engaño y con la complicidad de la noche, lo condujeron hasta el sector de Puerto Escondido. La víctima se sorprendió y le dijo a Raúl Alberto que hacían en ese lugar boscoso.
Los cuatro ocupantes de la camioneta bajaron y por media hora permanecieron allí, revelaría después el joven detenido. Aseguró que le había recriminado a Eudo la decisión que tomó para apartarse de él. Conversaron y hasta fumaron. Finalmente Raúl Alberto Fernández sacó un revólver y le disparó en la cabeza a su amigo quitándole la vida en el acto.
Para desaparecer cualquier evidencia, junto a sus tres amigos, quienes son ampliamente buscados en todo el país, enterraron el cuerpo y luego partieron en el vehículo pero lo dejaron abandonado en esa misma zona, diagonal a la iglesia San Benito.
Al siguiente día se percataron que habían cometido una falla en la ejecución del crimen y retornaron a Puerto Escondido para quemar la camioneta Tucson y eliminar cualquier evidencia. Vecinos del sector al verla al siguiente día pensaron que se trataba simplemente de un auto que habían quemado quienes lo robaron.
A las dos de esta madrugada luego que los funcionarios del CICPC obtuvieron la confesión de Fernández, se trasladaron a la escena del crimen y encontraron el cuerpo putrefacto, al igual que la camioneta quemada.
Ahora sólo falta por capturar al resto de los sujetos que participaron en este brutal asesinato que conmociona a habitantes de esa región de la COL.
Vía Noticia al Día/www.diariorepublica.com