La Cámara de Representantes de Estados Unidos aprobó poner fin al almacenamiento masivo de datos telefónicos por parte de la NSA, la primera gran consecuencia legislativa de las filtraciones de Edward Snowden.
Ahora deberán ser las compañías telefónicas estadounidenses las que mantengan esa información, que se limitan a número teléfono, duración de la llamada o localización, durante 18 meses.
La NSA tendrá acceso a los mismos solo mediante una autorización judicial en la que provea detalles de la razón específica por la que se desean rastrear comunicaciones y para investigar planes terroristas orquestados desde el extranjero.
En el pasado, la mayor agencia de espionaje electrónico de Estados Unidos podía pedir autorización para hacer acopio de estas conexiones y almacenarlas en sus propia base de datos durante años para realizar análisis de inteligencia que en ocasiones excedían la justificación que motivó la orden judicial inicial.
La ley, bautizada como Freedom Act, es una enmienda a la polémica Patriot Act, creada tras los atentados del 11 de septiembre de 2001 para ampliar a un nivel sin precedentes el alcance del espionaje de la NSA, saltándose ciertas salvaguardas para proteger la privacidad de los estadounidenses consagrada en la Constitución.
Las filtraciones de Snowden, ex analista de la contratista de la NSA Booz Allen Hamilton, expusieron los detalles de la acumulación masiva de conexiones telefónicas y el espionaje en las comunicaciones en internet y llevaron al presidente estadounidense, Barack Obama a actuar.
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