Una extensa investigación presentada en la revista especializada “Espacio Abierto” da cuenta del efecto inmediato de las extralimitaciones policiales en la generación de más violencia en Venezuela. Ante la deslegitimación de los cuerpos de seguridad crece la resistencia criminal.
Según los datos publicados en la investigación: “Qué conocemos de la violencia policial en Venezuela”, los últimos años la sociedad ha comenzado a tolerar los excesos en el uso de la violencia policial como un dique contra la inseguridad y la violencia.
Y se ha llegado también a adaptarse a ella como un mal necesario para acabar con la delincuencia. La opinión pública ha comenzado a acostumbrase al enfrentamiento, la persecución y finalmente la muerte de cualquier hampón.
Pero ¿qué está pasando en medio de ese escenario?, Andrés Antillano, catedrático de la Universidad Central de Venezuela, y especialista en criminología y psicología, advierte que esa misma violencia generada en el uso extremo de la fuerza policial, y que ahora la opinión pública tiende a aceptar como válida, sería un caldo de cultivo, ya comprobado, de más inseguridad.
Es decir: el remedio acelera la enfermedad….
“El incremento de la violencia policial no sólo no ha contribuido a disminuir los índices de delitos, la violencia y el miedo al crimen, sino que en casos como el de los homicidios, la policía hace un aporte importante al aumento de las cifras de delitos. En otras palabras, la violencia policial no sólo no disminuye, sino que incluso podría incrementar el delito, la violencia y la inseguridad”, resalta en el estudio.
Y se agrega al mismo tiempo: “Se trataría de una reedición del dilema entre seguridad y derechos: ¿No sería aceptable tolerar algún exceso del estado, y en este caso de la policía, como precio necesario para protegernos y garantizar la paz social? ¿Qué importancia tiene que el estado disponga de los derechos, incluso de la vida de aquellos que justamente violan los derechos y arrebatan la vida a otros, si esto nos ofrece seguridad?, se pregunta.
Pero el investigador da en un punto clave. Las policías funcionan en un Estado como institución de control de los actos de la colectividad amparada en los derechos, y mientras esa sea la directriz principal, los cuerpos de seguridad tendrán entonces legitimidad.
“A mayor efectividad y legitimidad para los sujetos sociales de esta operación simbólica se hace menos necesario el uso de la fuerza policial”.
Pero eso no parece ser el caso venezolano. Los cuerpos policiales en Venezuela pasan por una crisis visible.
“La violencia policial prolifera en situaciones de crisis de legitimidad del Estado y de la policía”.
Y entonces vienen peores situaciones. Mientras más es usada la fuerza física como una práctica común y generalizada, las policías pierden aún más se eficiencia y legitimidad, y como respuesta su función queda totalmente desvirtuada para la sociedad.
“Estimulan la resistencia y el rechazo de su actividad”, asegura el investigador.
Lucha por reducir la violencia
Sin embargo, Antillano afirma que desde 1999 las tendencias del uso de la fuerza policial han ido en bajada.
“Estas variaciones tienen como hito destacado 1999, aunque algunos cambios se habían manifestado un poco antes. Justo desde fines de la década anterior y comienzo de ésta, cambios legislativos (derogación de la Ley de Vagos y Maleantes) y del Código de Enjuiciamiento Criminal, la aprobación de una nueva Constitución con un fuerte talante garantista en 1999, (la prohibición expresa de “redadas” y detenciones masivas por las autoridades, en 1998) y la centralidad en el discurso contrario a los abusos policiales en el debate político y en las posturas del Estado, implicaron la reducción del poder legal de la policía (detenciones sin orden judicial, castigo policial, conducción de interrogatorios y de la fase sumaria del proceso)”, apuntó.
Y aunque reconoce ciertos avances, el catedrático sostiene que prevalecen otras irregularidades igualmente preocupantes en los cuerpos de seguridad policial en Venezuela:
“Simultáneamente, parecen haber aumentado actos relacionados con el ejercicio del poder informal (y extra- legal) de la policía, tales como las muertes (en especial aquellas que suponen el uso de la fuerza física con el propósito expreso de causar muertes, o ejecuciones, que es la modalidad de mayor crecimiento en el número de denuncias conocidas) y las lesiones personales”.
La revisión profunda del sistema policial venezolano aún está por verse.
Carlos Moreno