Billy Gasca
Docente Universitario
Ser servidor público en los actuales momentos se traduce en un reto extremo. La mayor parte de mis servicios profesionales se lo he dedicado a cumplir la función pública, sin embargo he sorteado y saboreado los avatares en la función privada, por ello tengo en la balanza las medidas justas de una u otra actuación. Muchas personas se acercan preguntándome que me motiva a seguir empujando la rueda del servicio público en una sociedad tan complicada como esta, pues mi respuesta casi siempre es la misma: me apasiona hacer lo que hago.
La superación personal para luego pasar a la colectiva es la clave del éxito de toda familia, de toda nación, ésta resulta la sumatoria de la cosmovisión, de la tradición de cultura, de los caracteres que nos identifican como grupo y que nos hacen diferentes frente a otros que aunque similares son disimiles en los objetivos colectivos debido a que el hombre siente la necesidad de crear y justificar un sistema que le garantice el orden de los factores sociales que juzga, adecuado a la consecución de sus fines.
En un mundo globalizado y tan competitivo, la superación personal juega un papel muy importante para lograr una mejor calidad de vida y lograr todos nuestros objetivos. El éxito en la vida está al alcance de cualquier persona, pero lo cierto es que no todo mundo está dispuesto a pagar el precio. Para salir adelante de las adversidades que nos presenta la vida, ya sean económicas, emocionales o de la vida cotidiana. La superación personal requiere de un cambio en nuestra manera de pensar.
Hace algunos días recibí una invitación de parte de un colectivo de personas para asistir a un lugar donde no vi edificaciones importantes, donde no habían maquinarias removiendo la capa vegetal ni tampoco hombres con cascos levantando muros y columnas, lo que observé en esos instantes fue a un grupo de personas edificando sus sueños con la certeza absoluta de verlos hechos realidad con el esfuerzo de la sumatoria de todos, frente a la concentración que nos recibía, una pancarta decía: “Bienvenidos a la Comunidad Sin Barreras”. Con razón o sin ella, ese grupo de personas mostraban la mejor cara de nuestro país, cumpliéndose en ese momento el viejo refrán de que uno es lo que piensa y sueña.
Hace poco más de un siglo, un gran estadounidense, cuya simbólica sombra nos cobija hoy, firmó la Proclama de la emancipación. Este trascendental decreto significó un gran rayo de luz y de esperanza para millones de esclavos negros.
El sueño de Martin Luther King nos estimula para liberarnos de nuestras propias cadenas, de los obstáculos auto creados, de la miseria humana, de la envidia, de la traición. Lo que más cuesta a las sociedades es cambiar sus paradigmas. Venezuela ha de seguir en ese proceso. Tiene con qué, para qué y cómo. Nuestro gran reto es mirarnos el ombligo, aceptar los errores, corregirlos y correr con más fuerza hasta la meta, tomar el testigo y hacer nuestra parte lo mejor posible, determinar los obstáculos como un reto y disfrutar el vencimiento de los mismos, al final seremos reconocidos como lo que siempre hemos debido ser: una sociedad sin barreras.
Billy Gasca Z
Docente Universitario