Por Francisco Arias Cárdenas
Que la fuente legítima del poder es el pueblo, es una verdad sagrada. Una concreción de ella es la organización comunitaria Centro de Educación Popular Jesús Rosario Ortega (CEP) “Chevoche”, de Santa Rosa de Agua, en Maracaibo, una comunidad anfibia testigo vivo de la herencia indígena, pobladora primigenia de las riberas lacustres, hábiles navegantes descendientes de los bravíos arawacos.
Allí, entre los manglares, llegué un día, hace ya dos décadas, de la mano de un inmigrante extraordinario llamado Giovanni Tulli, hombre trabajador, solidario, generoso. Encontramos allí a Giovanny Villalobos -joven padre de familia, sociólogo, líder comunitario, fundador del CEP- sudoroso y afanado en serruchar vigas de madera para construir un escenario digno en el palafito de los niños músicos: el Núcleo Santa Rosa del Sistema Nacional de Orquestas creado por el maestro Abreu, a quien le conmovió y convenció la persistencia de Villalobos en usar la música como herramienta de rescate integral de niñas y niños amenazados por la pobreza y la exclusión.
Allí empezó una amistad y una interacción que a través de los años se ha fortalecido en medio de duras pruebas. Giovanny es la invención, es la inquietud, es la pasión en el hacer por el prójimo. Lleva Giovanny en su alma las historias de Chevoche con los cantos de Simón y Pedro Palmar, la vida y esperanzas de los pescadores. Es un alma del canto, de la cultura, de la poesía, prestado al quehacer de la política, oficio que entiende como servicio y así lo comparte con Yoraida, su hermosa y fiel esposa añú, y con sus hijos, ejemplo de familia. Ha sido un regalo de Dios compartir con él como secretario de gobierno; ya había sido el gobernador encargado (primera vez en la historia del Zulia que tal rol lo asumía un secretario de Cultura) cuando fuimos a la reelección en 1997.
En todas estas jornadas de lunas y mareas, dejamos al Zulia regalos de afecto y cuido de Giovanny que son imborrables. Honor a quien honor merece. Sencillamente, ¡gracias!