Por Billy A. Gasca Z.
La instalación del nuevo parlamento nacional con la designación de su junta directiva ha representado un suceso que la sociedad venezolana ha seguido minuto a minuto. Ciertamente, debo destacar que aspiraba mayor sensatez por parte del presidente del cuerpo legislativo habida cuenta que es innegable la experiencia y experticia que en esa materia especifica posee el Diputado Ramos Allup.
Sin embargo, se ha asomado en el debate parlamentario la propuesta de utilizar una vía rápida para desalojar del poder al Presidente Nicolás Maduro y con ello intentar aprovechar el resultado electoral de la elección parlamentaria para borrar del elenco político al partido de gobierno.
Incurre en un error quien pretenda pensar y mucho más, tratar de subvertir el orden espoleando un poder frente a otro, en un escenario donde pareciera que la gente lo que quiere son consensos en lugar de seguir alimentando el debate estridente y la diplomacia de micrófonos. La Constitución fija un orden formal, institucional y objetivo de competencias asignadas y distribuidas por Ley entre los diferentes órganos que integran las ramas del Poder Público, de modo que cada uno de estos órganos debe actuar, conforme a un proceso determinado, dentro del estricto ámbito de la competencia que ese orden le define y limita.
En Venezuela se encuentra en plena vigencia un sistema constitucional mediante el cual la separación orgánica no tiene por qué coincidir con la separación de funciones, dado el sistema flexible de separación orgánica de poderes que la nueva Constitución establece en su artículo 136, conforme al cual todos los órganos del Poder Público colaboran entre sí en la realización de los fines del Estado y el ejercicio de las funciones propias de los órganos de cada una de las ramas del Poder Público (Legislativo, Ejecutivo, Judicial, Ciudadano y Electoral) no es exclusivo ni excluyente, pudiendo excepcionalmente haber, en dicho ejercicio, intercambio de funciones entre las distintas ramas del Poder Público.
Quienes han obtenido la mayoría de los integrantes del foro político por antonomasia que representa la Asamblea Nacional deben entender, que una parte importante de esta población no quiere actitudes que lastimen sus valores, idiosincrasia y manera de ver, sentir y apreciar su realidad. El pueblo se encuentra a la expectativa de lo que está aconteciendo y la política es dinámica y mucho más en nuestros días donde la interconectividad en tiempo real está a la orden del día. Como dice en su canción popular Amílcar Briceño, “Ya no nos van a espantar imperios tan hostiles, que habremos de levantar verdades o fusiles, ya dejando atrás los tiempos de ingenuos e infantiles, que nunca habrán de faltar febreros ni más abriles”.
Docente Universitario
Secretario de Gobierno del Estado Zulia