Billy Gasca
Al Dr. Jesús Enrique Lossada, primer rector de La Universidad del Zulia después de la reapertura le debemos el hecho que nuestra Alma Mater hubiese vencido las sombras de 42 años de clausura y de nuevo quedar abierta al debate de las ideas en el contexto de la universalidad del pensamiento.
Para los que hemos tenido la inconmensurable oportunidad de recibir el conocimiento en las aulas de nuestra universidad representa dicho recinto nuestra segunda casa, nuestro segundo hogar. Allí, no solo se asimila el conocimiento, sino se enriquecen muchas vivencias que hacen del universitario de LUZ un profesional integral, vencedor de muchos obstáculos, dentro de los cuales está el dominio casi imperecedero de “líderes estudiantiles” con poderes significativos para imponerse sobre las mismas autoridades rectorales y decanales. Lo curioso del asunto es que al final de cuentas no son ni “lideres” y mucho menos conservan el prestigio de ser buenos estudiantes.
El liderazgo estudiantil debe establecerse para dirigir y conducir mediante el ejemplo –fundamentado en la excelencia académica– al colectivo estudiantil. El líder estudiantil debe poseer cualidades de personalidad y capacidad que favorezcan la guía y el control de otros estudiantes; deben ser sujetos capaces de crear y comunicar visiones y estrategias, para lograr un cambio radical de nuestra actual realidad.
La mayor riqueza de las universidades públicas está en la inconformidad, la inquietud y la sensibilidad social de sus estudiantes, porque impulsan en ellos una curiosidad por la literatura y por las ideas políticas, que les permite aprender a preguntar con agudeza sobre los problemas más profundos de la sociedad. Es esa la universidad que añoramos, la de sus profesores ejemplares, la de la ética imperecedera, el núcleo de la investigación y la invención, la referencia en el imaginario del colectivo que ve en su casa de estudios superiores el lugar donde el conocimiento y la libertad del pensamiento se abre a todos sin distinción.
“La casa que vence a las sombras” hoy vive dentro de una gigantesca catacumba. Las razones que explican este caos son muchas y complejas y no me corresponde señalarlas porque seguramente parte de la responsabilidad recae en mí mismo, en cada uno de nosotros. El Alma Mater no debe formar más nunca parte de una crónica de muerte porque ella es vida. Seguramente los zulianos y las zulianas nos reivindicaremos de esta situación que envuelve nuestro recinto universitario y una vez más, alimentados con el pensamiento de Lossada, diremos: Post Nubila Phoebus…después de las nubes, el Sol.
Billy Gasca
Secretario de Gobierno de Zulia