Por Billy A Gasca Z
Iniciamos el recorrido del último trimestre que pone fin al año 2016 y las cifras macroeconómicas e indicadores de la microeconomía no resultan nada alentadores. En el análisis de los modelos económicos aplicados por las más prestigiosas consultoras nacionales e internacionales que no necesariamente se identifican con uno u otro sector del pensamiento político dividido en Venezuela, nos advierten un escenario muy difícil desde el punto de vista económico para el 2017. Estos modelos matemáticos nos auguran un arranque del próximo año con una inflación proyectada a culminar en una cifra de cuatro dígitos y con el precio de la canasta básica alimentaria por encima a los seiscientos mil bolívares.
Ante tal contexto, se necesitaría un programa de empleos formales muy ambicioso para permitir que varios miembros de la familia puedan obtener ingresos permanentes para coadyuvar los gastos corrientes y extraordinarios del hogar. Este programa de empleos debe venir de la mano de lo que resultan nuestras potencialidades, y una de ellas o quizás la más fuerte es la actividad petrolera y conexas. Existe un empeño en colocar en minusvalía nuestras capacidades productivas en el área petrolera con un plan de recorte de producción para rescatar el precio del barril de crudo, pero ello conlleva indefectiblemente a la renuncia de nuestras potencialidades que durante años se han internalizado en las áreas de producción y exploración.
El otro tema importante es ponernos de acuerdo en torno a la productividad y esto es algo que necesariamente pasa por una mesa de trabajo articulada con los factores que directamente intervienen en la cadena productiva de los principales rubros que necesitan el mayor de los esfuerzos para poder subvertir los nudos críticos que impiden romper el celofán de los problemas estructurales que no permiten el desarrollo productivo.
El hombre feudal de la edad media dejó atrás la producción rudimentaria y logró producir expansivamente; el hombre de la edad moderna con su inventiva logro revolucionar la productividad con la aparición de la máquina y nos introdujo en la era industrializada que tanto frutos nos ha dado a los que hemos podido disfrutarla; y el hombre contemporáneo se encuentra empeñado en la utilización de la nanotecnología y la robótica para producir cada día mas en menos extensión de territorio.
Acaso esa no es la realidad? En un mundo globalizado nos tenemos que empeñar en producir con las técnicas del hombre medieval? Acaso debemos renunciar a nuestras ideas políticas porque debamos usar la infraestructura robótica más avanzada del planeta para lograr ser esa potencia que hemos soñado? Acaso China, Rusia, Dinamarca, Suecia no la usan?. Dejémonos de prejuicios y avancemos de una vez por todas al progreso sostenido, de lo contrario no solo dejaremos de avanzar ante los retos del siglo XXI sino que retornaremos a lo más remoto del siglo IXX.