Rosa Herrero, una madre venezolana de 45 años, enfrenta un futuro incierto mientras se prepara para ser desalojada del refugio en Floyd Bennett Field, Brooklyn, junto a sus cinco hijos. Este centro, una de las mayores instalaciones familiares para solicitantes de asilo en Nueva York, cerrará sus puertas el próximo 15 de enero como parte del plan del alcalde Eric Adams para clausurar 25 albergues destinados a migrantes.
Desde su apertura en noviembre pasado, el refugio ha acogido a unas 500 familias, ofreciendo un techo temporal en un antiguo aeródromo. Sin embargo, las condiciones de vida no han sido ideales: largas distancias a servicios básicos, temperaturas extremas y una constante incertidumbre sobre su permanencia. Ahora, con el anuncio del cierre, Herrero y otras familias se enfrentan al desafío de reubicarse, muchas veces lejos de sus trabajos y escuelas.
Una decisión basada en la reducción de recursos
El alcalde Adams justificó el cierre argumentando que el número de nuevos migrantes ha disminuido en los últimos meses, permitiendo una «gestión más eficiente» de los recursos. Desde la primavera de 2022, más de 225,000 solicitantes de asilo han llegado a la ciudad, lo que llevó a la Administración a destinar más de $6,000 millones a la crisis migratoria.
Adams explicó que estas medidas buscan «ahorrar dinero a los contribuyentes» y consolidar los servicios disponibles. Sin embargo, las familias afectadas denuncian falta de información sobre su reubicación y temen que el proceso interrumpa sus vidas, especialmente en el caso de los menores, quienes podrían ser trasladados a escuelas diferentes en pleno año académico.
La lucha por la estabilidad y la vivienda
Rosa Herrero, quien trabaja para mantener a su familia, comparte su frustración al intentar encontrar un hogar propio. A pesar de contar con un buen crédito y presupuesto suficiente, asegura que las agencias inmobiliarias le exigen requisitos inalcanzables para un recién llegado.
“No vine a este país para ser una carga para el gobierno. Tengo mi trabajo, mi dinero, pero no me dan la oportunidad de alquilar”, comenta Herrero, quien ha presentado hasta 30 aplicaciones sin éxito.
Organizaciones como la Coalition for the Homeless y la Legal Aid Society han criticado las políticas actuales, argumentando que perpetúan la inestabilidad de las familias migrantes. Abogan por programas como CityFHEPS, que ofrezcan subsidios para alquiler accesibles incluso para quienes carecen de documentación legal.
Preocupaciones por la colaboración con el gobierno federal
El anuncio del cierre también genera inquietud sobre una posible colaboración entre la Administración Adams y el presidente electo Donald Trump, cuya agenda migratoria incluye redadas y deportaciones masivas. El refugio de Floyd Bennett Field, al estar en terrenos federales, ha sido señalado como un posible objetivo de estas acciones.
Un llamado a soluciones a largo plazo
Defensores de los derechos de los migrantes instan a la ciudad a enfocarse en soluciones duraderas, como la creación de viviendas asequibles que ofrezcan estabilidad a las familias. Mientras tanto, Herrero y otros cientos de migrantes esperan noticias sobre su reubicación, con la esperanza de encontrar un lugar que les permita construir un futuro digno en su nuevo hogar.
«Estamos agradecidos por el refugio, pero necesitamos más que un techo», dice Rosa. «Queremos la oportunidad de vivir dignamente y contribuir a esta sociedad».
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