«Todos somos humanos y podemos cometer errores, pero si no lo enmendamos de nada sirve el arrepentimiento.»
Dr. Jorge Velásquez.
Lamentablemente la infidelidad se está acercando a muchas parejas más de lo que quisiéramos, ¿qué hacer en estos casos?, ¿habrá lugar para el perdón?, ¿para la reconciliación? ¿existe algún camino distinto a la venganza?
La infidelidad es una de las causas más comunes de crisis entre las parejas y de divorcios, una interrogante común de quienes enfrentan a esta situación, es la siguiente: “¿Cómo me pudo ser infiel, será que ya no me ama?”
Separarse o Divorciarse es la solución más fácil y la seleccionada por la mayoría de las personas, dejando a un lado la posibilidad de buscar una pronta solución entre ambos. Más que buscar un culpable se trata de tener la madures necesaria para enfrentar y vencer el miedo a que esto ocurra nuevamente.
Desde mi punto de vista considero que quien es infiel no ama, pues el amor verdadero no produce sufrimiento al ser amado y este no pensaría en traicionar a su conyugue.
También podemos analizar este tema desde la perspectiva del perdón y el reconocimiento de responsabilidades y todo el gran sufrimiento que implica el arrepentimiento genuino. Lamentablemente la victima de la infidelidad es quien padece crudamente esta realidad y su proceso de sanación puede prolongarse.
Sin embargo, el que sufre la traición debe perdonar a su vez que el infiel debe arrepentirse, pedir perdón y emendar el daño causado. Es necesario resaltar que cuando buscamos culpables se deja de lado la posibilidad de buscar solución al conflicto, por muy grave que haya sido siempre hay posibilidad de mediación, ésta no debe descartarse.
Perdonar implica una profunda transformación del amor entre aquellos que luego del arrepentimiento, deciden volver a empezar a pesar del dolor vivido.
Pero, ¿Realmente, se puede perdonar una infidelidad? El reto más difícil de una pareja es superar la traición. Cuando uno de los dos es infiel la relación sufre a tal punto que o se termina de dividir para siempre o se relanza a nueva dimensión.
Quien transita en el terreno de la infidelidad generalmente cae en la depresión. A partir de allí comienza una etapa de reconstrucción de la confianza, un proceso triste y doloroso llena de sinsabores y empapada de sentimientos de angustia y desesperación. El o la Infiel por naturaleza buscará diferentes excusas para justificar lo que hizo, es decir cualquier razón que considere válida para caer en la tentación. Pero lo innegable es que en ocasiones, se produce una separación en la pareja que muchas veces aunque el tiempo pase no se puede cerrar.
Una tarea difícil hacer borrón y cuenta nueva, si el “traidor(a)” y la otra el “herido(a)” no superan esta etapa pueden convertirse en enemigos, dispuestos a herirse en cualquier momento.
¿Puede entonces, perdonarse el adulterio? Los adúlteros no heredaran el Reino de los Cielos, dice el Señor. Para aquel que hizo el daño viene un largo camino, como recuperar la confianza del otro, mientras que el sufrido deberá superar la rabia, la decepción y lo más difícil para ambos, construir a pesar de todo una nueva relación.
Más nunca nada volverá a ser como antes, es necesario saber cuáles son las motivaciones para quedarse juntos, es decir ¿se aman suficiente? ¿fue realmente un error? ¿Hay un arrepentimiento genuino? Si es así podrán sanarse mediante el perdón.
La Palabra de Dios dice que si sólo se codicia en la mente ya hubo adulterio. Parece que hoy en día no hay hombre ni mujer que sea plenamente fiel en pensamiento. Por muy virtuosa y leal que sea una persona, la infidelidad de pensamiento es instintiva y para muchos inevitable. Será difícil probarlo, pero es indudable que nadie es inocente de traición de pensamiento. Recuérdese la defensa de Jesús de la mujer sorprendida en adulterio: «El que esté libre de pecado, que lance la primera piedra» (Juan 8:3-8).
Lo más común, «el hombre infiel busca sexo y la mujer busca comunicación comprensión y afecto». Para el hombre que busca el sexo fuera del matrimonio, le daña más la infidelidad sexual, aún sin sentimiento de amor, es decir, que su compañera se acueste con otro. “Con la vara que midas serás medido”. Por su lado una mujer rara vez sale a ser infiel, generalmente busca atención, detalles, romance y afecto fuera del matrimonio y le hiere más el que se haya enamorado de otra, aunque no tenga sexo.
Dentro del juego de las excusas siempre habrán cosas como: me desatendieron, no me cuidaba, no estaba pendiente de mi, no se comunicaba conmigo, perdió el apetito sexual, por mencionar sólo algunas.
Al que más se le perdonó, más amó, muchos aprende de los errores cometidos y logran a perdonar a otros por sus errores. La mirada condenatoria cambia en mirada de amor y perdón, porque sabe cuánto se le ha perdonado. Se le ha dado una nueva oportunidad para hacer las cosas de nuevo, pero esta vez de manera diferente.
En nuestra sociedad machista cuesta mucho que un hombre perdone la traición de su mujer, sin embargo, nosotros hemos visto en la consejería que con un proceso de sanidad interior y Teo-terapia personal, podemos perfectamente retomar el sueño y salir airosos para el futuro.
De acuerdo a tu capacidad de amor, será tu capacidad de perdón, será la pareja feliz, pero sólo el corazón sabe si vale el esfuerzo intentarlo, las situaciones y las personas nunca son las mismas, y aunque las vivencias nos ayuden a ver las cosas desde un punto de vista diferente, cada caso es distinto y sólo aquel que lo está viviendo puede poner en una balanza las ventajas y desventajas de separarte o de continuar con la persona que ha sido infiel, y si de verdad se merece otra oportunidad, debemos recordar que todos somos humanos y podemos cometer errores, pero si no lo enmendamos de nada sirve el arrepentimiento.
Por eso a una madre no le importa que su hijo sea un asesino al que todos temen en una cárcel de extrema seguridad, ella lo ama y su amor cubre multitud de faltas. De igual forma si en la pareja hay suficiente amor, se puede volver a comenzar.
El Amor, cubre multitud de faltas, todo lo sufre pero todo lo espera.
Dr. Jorge Velásquez Salazar.
Consejero Profesional de Matrimonio y Familia
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