Quizá una de las frustraciones más grandes en la carrera de un jugador de fútbol sea descender de categoría con su equipo. Las lágrimas de los futbolistas que se ven por TV son genuinas y de impotencia. Ellos saben que, ese sabor amargo, es la consecuencia máxima de una sucesión de malos rendimientos sostenidos en el tiempo. Esa sensación de derrota irreversible la conoce Gianluca Lapadula.
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Atrás quedaron aquellas dos muy buenas temporadas 18/19 y 19/20, que llevaron al Benevento a dar que hablar en el fútbol italiano. La institución de la región azzurra de la Campania se había vuelto imbatible en la segunda división del fútbol de su país y, tras salir campeón en la Serie B, retornaba a la máxima categoría. Para enfrentar ese desafío y medirse con poderosos como Juventus, Inter, Roma o Milán, el club decidió fichar a Gianluca Lapadula, que ya sabía de sobra lo que era disputar el Calcio. Con 30 años, entonces, el peruano se sumó al barco de los recién ascendidos.
Arribo y expectativa
Gianluca Lapadula llegaba proveniente del Genoa. En realidad, estaba jugando en el Lecce, a donde había sido cedido a préstamo. Sus destacadas campañas le valieron la convocatoria a la Selección peruana dirigida por Ricardo Gareca. Ese cúmulo de situaciones fue la que llevó a la decisión de Benevento de hacerse de sus servicios.
Se inició entonces la temporada 20/21 y con ella la ilusión de futbolistas e hinchas de volver a jugar en la Serie A. Ya tenían experiencia de la primera división porque disputaron la campaña 17/18, cuyo mal desempeño los había devuelto a la B.
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Pero estaban otra vez en el máximo nivel, y necesitaban reforzar el ataque. El peruano cumplía con varias características que lo volvían ideal. Potencia física, fuerte en los duelos mano a mano, capacidad goleadora y ágil con las piernas.
El delantero, que nació en Italia y siempre jugó allí, era lo que buscaban.
El Benevento comenzó con el pie derecho y venció a Sampdoria en el primer partido. Gianluca Lapadulla también tuvo un inicio promisorio, y al segundo cotejo ya había marcado, nada menos que contra el poderoso Inter. De todas maneras, ese resultado no les alcanzó, ya que cayeron por cinco a dos.
Malos números
No sería ese el único encuentro del que se irían con las manos vacías. El equipo del peruano tuvo una temporada muy irregular y no conseguía estabilidad. Le costaba obtener triunfos y sacaba muchos empates. Al mismo tiempo, las caídas se volvían moneda corriente. Fueron 19 en total, con apenas siete partidos ganados y unas abultadas 12 igualdades.
Mientras tanto, Gianluca Lapadulla se ganaba la titularidad poco a poco, sumando minutos fecha tras fecha. Al final de la temporada, culminaría con 37 fechas jugadas, ocho goles y cinco asistencias.
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Su desempeño llamó la atención de Ricardo Gareca, que decidió citarlo a la Selección peruana para las Eliminatorias. Fue para la doble jornada de noviembre, en donde la Blanquirroja se midió con Chile y Argentina, ambas resultaron derrotas por dos a cero. El delantero tuvo minutos en los dos encuentros, siendo titular frente a los argentinos.
Pero volviendo a Italia, el club del “Bambino” seguía caminando por hielo quebradizo. Terminó la temporada con 75 tantos en contra y solo 40 a favor, un saldo negativo que no le alcanzaría a la institución para otra cosa más que para volver a la Serie B. El futuro de Gianluca Lapadulla es una incógnita. Europa lo quiere. La Selección peruana también.
Diario Republica.com