Erneste Valverde tendrá en su mesa de noche el libro “La revolución silenciosa” de Ronald F. Inglehart? El politólogo de Milwakee descubrió un cambio intergeneracional en los valores de las sociedades industrialmente avanzadas, como el reemplazo de generaciones más viejas por otras más jóvenes, con las consiguientes consecuencias políticas y económicas. El técnico ha hecho lo mismo, pero en el FC Barcelona y no en la política económica de Estados Unidos.
Cuando el ex técnico del Athetic Club de Bilbao fue presentado como nuevo entrenador azulgrana dejó bien claro que él no llegaba para liderar la gran revolución, pero también que tenía personalidad de sobra como para dejar su sello. Siete meses después, el Txingurri— ha hecho honor a su apodo y se ha currado un equipo que es el único de las grandes ligas de Europa que sigue invicto.
Los números de Valverde cantan, pero detrás de las frías estadísticas hay un tipo discreto que se ha sabido ganar a un vestuario que ya lo había ganado todo y le ha convencido de que la solidaridad, la presión y el funcionamiento como equipo eran la base. Y como las hormigas, todos tienen su papel y lo cumplen como un ejército disciplinado. Valverde les ha sabido seducir como si fueran a ser elegidos para ‘el empleado de la semana’ en cada partido.
Claro, aun no ha ganado nada pero en Liga el FC Barcelona tiene una ventaja de siete puntos sobre el segundo, el Atlético de Madrid del Cholo Simeone. La próxima semana se enfrentará al Chelsea de Antonio Conte que no esta en su mejor en esta temporada. Pero los números son importantes: mejor inicio de la Liga invicto con 18 victorias y cinco empates. Después de 22 jornadas de Liga solo Pep Guardiola (en dos temporadas, la 2010-11 y 2008-09) había hecho mejor. Valverde tiene los mismos puntos del Madrid de José Mourinho en la temporada 2011-2012, la única que ganó el luso en el banquillo blanco.
«Yo trataré de influir para que los jugadores sean mejores y para que el equipo crezca. ¿El estilo? Me tengo que adaptar al que ya tiene el Barça, pero al final siempre cada uno deja su sello personal y tiene su forma de hacer las cosas, ya lo iremos viendo. Como estamos no nos podemos quedar. Hay que avanzar porque si no vas hacia arriba, vas para abajo. Profundizaré en el estilo y trataré de darle una vuelta más. Quiero crear un espíritu de equipo que pueda emocionar porque el fútbol es eso: generar emociones«, afirmó aquel 1 de junio algo nervioso ante un auditorio con más de 150 medios acreditados en una rueda de prensa en la que la palabra que más utilizó fue la de ‘reto’.
Venía avisado. «Ten cuidado», le aconsejaron. Tiene buenos amigos que conocían los entresijos, las puertas traseras y hasta las cloacas del club, pero ya había dejado pasar una vez el reto de entrenar al Barça (cuando el club contrató a Luis Enrique) porque se había comprometido con el Athletic y su palabra es ley, y a la segunda aceptó el desafío. Después de la presentación se subió a un avión y esa misma noche cenó en Sestao con su cuadrilla de amigos, los de toda la vida, para festejarlo.}
Nota de Prensa
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