“La música transforma”, dicen en Salzburgo. Luego del último concierto de la Orquesta Sinfónica Nacional Infantil de Venezuela ha desaparecido la rigidez del público, acostumbrado a meterse en sus trajes negros y a negar sonrisas y aplausos calurosos durante los conciertos. Aún persisten algunos, pero la mayoría presente en los conciertos de El Sistema ha seguido ritmos con los hombres y ha aplaudido durante minutos a los intérpretes, inclusive de pie.
En la entrada del teatro Felsenreitschule de Salzburgo se concentró el público alrededor de las 10:30 de la mañana, algunos aún con la duda de que los niños de la Sinfónica Nacional Infantil pudieran interpretar a Mahler, otros queriendo repetir la euforia que nace tras los conciertos.
La orquesta cumplió el mismo repertorio del primer concierto, pero la despedida de El Sistema no podía sellarse sin que el maestro Simon Rattle bajara del escenario luego de la ejecución de la Sinfonía No.1 de Gustav Mahler para acercarse al maestro José Antonio Abreu y expresarle, nuevamente, admiración por el impulso que le ha dado a El Sistema. Dejó ratificado que la Orquesta Sinfónica Nacional Infantil es la mejor que ha dirigido, como lo dijo luego de la primera presentación en el festival.
Los detalles que se expresaron entre el público ponen al descubierto varios argumentos que sustentan la frase “La música transforma”. El Sistema también es visto como una institución que masifica la formación de ciudadanos, sembrando en casos particulares disciplina y respeto. Surgen, luego del Festival de Salzburgo, dos propuestas mucho más atrevidas: El Sistema cambia la forma de hacer música y reconstruye la imagen de Venezuela ante el mundo.
La primera de las propuestas suma también el cambio en el público por su participación en las interpretaciones y el disfrute real de los conciertos. Los niños de la Sinfónica Infantil no dejaron tiempo para el aburrimiento, pues es una orquesta con movimientos, con entretenimiento. Verlos en el escenario no fue por compromiso, menos por tradición. Las agrupaciones de El Sistema han llenado las salas de cada concierto con cientos de curiosos que aún están descubriendo la institución y con otros que le han seguido los pasos.
El maestro Simon Rattle recibió de los principales intérpretes listones de la bandera de Venezuela como obsequio; los llevó en el cuello durante el extendido momento de los aplausos y hasta el cierre, marcado por la interpretación de Marcha radetzky, que dirigió Jesús Parra.
El Sistema se lleva el reconocimiento del público internacional gracias a la participación en el Festival de Salzburgo y la invitación para la próxima edición. Venezuela se queda con los aplausos.
Por Arturo J. Palencia
Foto: División de Prensa de Fundamusical Bolívar