Ya su cuerpo estaba cubierto del pelaje blanco. Las ronchas estaban desapareciendo. Lucía limpio, pero estaba dentro de una caja de cartón. Fire, el podle mestizo que escapó de la explosión de Amuay con el 90 por ciento de su cuerpo quemado, murió ayer a la 1.00 de la tarde en una jaula de la clínica veterinaria Mascotilandia, en Punto Fijo.
Para los amantes de las mascotas es un emblema a la resistencia de un desastre; para otros, era un valiente cachorro que tuvo suerte. Leana Ramones, veterinaria, cree que murió de un infarto. Desde la tarde del miércoles mostró algunos signos de debilidad, y ayer durante la mañana no quiso comer. Entonces le limpiaron las heridas una vez más y lo dejaron sobre un centro de cama. Fue entonces cuando las garrapatas comenzaron a abandonar su cuerpo y dejaron de morder sus heridas. Crismara Marín, presidenta de la organización Corazones Peluditos de Paraguaná y quien lo rescató unos días después de la tragedia, estaba confiada de que saldría con vida.
“Los parásitos no lo dejaban luchar. Se comían sus heridas. Cuando las vimos salir supusimos que estaría mejor”. Ayer la veterinaria lo vio mal en la mañana. Le aplicaron algunos medicamentos, esperaban los donativos, y lo dejó descansar.
Unos minutos después se acercó a su jaula de aislamiento. No se movía. Ella y sus compañeros trataron de reanimarlo y fue cuando notaron que se había orinado. Certificaron que había muerto. “Dejó de luchar. Murió porque dejó de luchar, porque Fire, desde el sábado, estaba luchando”.
Sorpresa
A las 3.00 de la tarde Crismara Marín llegó a la clínica veterinaria con tres cajas que había reclamado en el correo. Una de ella estaba cargada con antibióticos que había donado la fundación Manos por Patas, de Valencia. Otra caja llena de analgésicos y otros materiales, cortesía de Huellas Pet Center, de Caracas. Y Raquel Paz, defensora de animales y residente en la capital, envió centros de camas, gasa y otros instrumentos.
Ahora todos esos materiales serán usados para atender a los ocho perros y un gato que están hospitalizados en Mascotiladia y a los otros ocho canes que aún deambulan con quemaduras por la urbanización Judibana. A estos últimos, los encontraron el miércoles en otra visita que Marín hizo en El Campito con otros siete voluntarios.
El valiente
Fire era un cachorro podle mestizo que encontraron en una de las calles del sector La Pastora, muy cerca de la refinería Amuay. Tenía el 90 por ciento de su cuerpo quemado y desde entonces luchó por su vida. Poco a poco mostró mejorías y horas antes de su deceso había comido varias veces.
Su caso movilizó a organizaciones protectoras de animales de todo el país. Además de las donaciones que recibió unas pocas horas después de su muerte, desde Trujillo estaría en camino un lote de polivitamínicos. La organización internacional WSPA, con su sede latinoamericana en Bogotá, se comunicó con Corazones Peluditos de Paraguaná para ofrecer ayuda; y un periódico norteamericano dedicado a las mascotas, con sede en Texas, mostró su caso al mundo.
Este domingo los organizadores esperan un donativo en efectivo que harán desde la empresa Odebreth, con sedes en Caracas y Maracaibo.
Voz
“Ya le teníamos afecto. Pensamos que no iba a vivir tanto, pero su fuerza fue más grande. Ahora lo enterraremos. No podemos desecharlo”.
Crismara Marín. Protectora de animales.
Juan José Faría/Diario La Verdad