Calles desoladas y vecinos resguardados en sus casas con cadenas y candados es el escenario común en la urbanización El Naranjal, ubicada en la parroquia Juana de Ávila de la capital zuliana.
Aquí va el audio:
Poner un pie fuera de la casa es, según vecinos, exponerse a ser víctima de “motoladrones” —como fueron bautizados por los residentes de ese sector del norte— los delincuentes que azotan día y noche a las centenares de familias que hacen vida en la zona.
“Me da hasta miedo salir al frente a botar la basura porque en cualquier momento puede pasar el par de delincuentes y arrebatarme mis pertenencias e incluso robarme el carro. Ellos te interceptan y te quitan todo lo que tengas. Luego nos dejan botados a unas cuadras arriba”, contó una vecina de la urbanización, sobre la forma en la que operan los hampones.
Los delincuentes no tienen hora para perpetrar robos y asaltos. “En cualquier momento del día los ladrones pueden sorprendernos. La actividad delictiva se ha vuelto común. Este año me han atracado en tres oportunidades.
Son muchachos jóvenes, que a veces andan en motos y otras veces a pie. Usan hasta uniformes de liceo”, indicó Daniel Blanco, residente del sector Monte Claro.
Portando armas de fuego y armas blancas, los atracadores interceptan, en su mayoría a estudiantes universitarios y a mujeres para quitarles todo tipo de objetos de valor.
“Dame el teléfono, el reloj y la cartera” es la frase que caracteriza al conductor de una moto azul. Es de contextura obesa y piel morena. Rueda junto con otro joven un poco más delgado, alto y tez blanca. “Son dos hombres, de corta edad, a veces se desplazan cada uno en una moto. Uno de ellos se bajó y me apuntó con un arma. Del susto le entregué hasta el morral con mis libros”, relató una estudiante del cuarto trimestre de Contaduría, quien está residenciada en el sector La Pícola.
La falta de iluminación y la ausencia de patrullaje, según vecinos de la zona, contribuye al incremento de la incidencia delictiva. “Se colocaron portones en las veredas para brindar más seguridad a nuestras familias porque en las noches nos alumbra solo la luz de la luna y las luces de las residencias”, aseguró Ricardo Romero, vecino de El Naranjal.
Añadió: “La policía pasa de vez en cuando, pero necesitamos más resguardo porque vivimos aterrados por la delincuencia”.
Los colegios no se salvan de los actos vandálicos. “En dos años se han robado ocho aires. Los niños están recibiendo clases con calor y nos hemos visto en la necesidad de enrejar los televisores y cerrar las puertas con candados por la seguridad de los pequeños”, aseguró una maestra del Simoncito de la zona, que atiende a 120 niños.
Sin embargo, las autoridades policiales aseguran que seis radiopatrullas y cuatro motorizados del Cuerpo de Policía Bolivariana del estado Zulia están destinados a velar por la seguridad en los mencionados sectores que se han convertido en blanco del hampa.
Un vocero del Cpbez dijo que, a diario, entre los comandos de Juana de Ávila y Coquivacoa, reciben entre tres y cuatro denuncias de robos de vehículos, atraco a mano armada y asaltos a residencias.
Tomado de Panorama