“La botella estaba bien sellada. Cuando le quité el precinto y le quité la tapa, rompió el plastiquito redondo como si fuera una de Old Parr pero resultó ser el aguardientede la muerte. Casi me voy al otro mundo, afortunadamente me lograron salvar la vida en el Hospital Manuel Noriega Trigo”, reveló este mediodía Alexander López, uno de los que tres que sobrevivieron a la ingesta de aguardiente antioqueño “tapa roja” el pasado fin de semana en el barrio La Polar y donde fallecieron dos primos.
“El sábado me tomé una botella de ese licor y luego me sentí como si me estuviera quemando. Tuve que echarme un balde de agua fría para que se me quitara y me fui a acostar. El domingo comencé a sentirme peor, se me doblaban las piernas, tenía náuseas, dolor de estómago y cabeza.
El martes por la mañana mi mujer me llevó al hospital y me hicieron un lavado estomacal; pero antes me dieron 60 cc de wisky para desintoxicarme”, comentó López en la casa materna de Douglas Díaz, uno de los que murió por ingerir esa bebida que ya en el 2013 causó el deceso de 12 personas en Machiques de Perijá.
El martes en la madrugada los primos Carlos Luis Zambrano Rondón (32) y Douglas Gregorio Díaz (46), perdieron la vida en el Noriega Trigo. Un tío de ambos, José Antonio Rondón Camacho (53), también fue ingresado minutos después en ese mismo hospital pero se salvó y ayer fue dado de alta bajo control médico.
Fueron un total de ocho hombres los que probaron de esa bebida desde el sábado pasado. Douglas Gregorio Díaz, su primo Carlos Zambrano, el tío de ambos José Antonio Rondón, Luis Piñeiro, suegro de Douglas; Sergio Pirela, cuñado; Kendry Simanca, Aleberto Simanca y Alexander López, estos tres últimos vecinos de la zona. La mayoría consumieron el aguardiente en la casa de Douglas Díaz, en el barrio La Polar, a excepción de Alexander. De todos ellos sólo los Simanca no fueron afectados pues bebieron poca cantidad.
Esta mañana familiares de las victimas aguardaban a las afueras de la morgue la entrega de los cuerpos. Carlos Luis y su tio iban a ser llevados a sus residencias en el barrio El Manzanillo y Duglas al barrio La Polar.
Al unísono, le exigian a los expertos del Cicpc que investiguen esas muertes e indaguen la procedencia deñ aguardiente al cual calificarob de veneno mortal.
Elena Piñeiro, esposa de Douglas Díaz, contó de cierta forma el origen de las botellas. “Fueron en total 19 los litros deaguardiente que a mi marido le llevó un amigo guardia nacional para que se defendiera pues el trabajo que tenía comovigilante en una planta eléctrica en la vía a Perijá, lo había dejado por problemas de salud con el Sika. Eso fue hace como diez días que le trajeron a la casa dentro de un bolso las botellas para que las vendiera a razón de 1200 cada una”.
Al preguntarle sobre el lugar donde el militar había conseguido el aguardiente, dijo desconocerlo. El caso es que la venta comenzó el sábado luego que llegaran a la casa de Douglas, su primo Carlos Luis y su tío José Antonio, luego que las cervezas que habían comprado el día anterior se agotaran. Ese día se tomaron cuatro botellas y al día siguiente tres. Otra, se la había llevado Alexander López a su casa y allí la consumió.
A partir del lunes comenzaron a padecer de dolencias y malestares generales. Quienes más habían bebido, mayores eran los síntomas. Los dos primos y el tío fueron los primeros en ser hospitalizados. El saldo ya es conocido, los dos primeros sucumbieron ante el “aguardiente de la muerte”. Esa misma mañana del martes, alguno de sus parientes revisaban las botellas y observaban como una especie de minúsculos cristales en su interior. “No sé que pasó, mi esposo perdió la vista y sangraba por la nariz. El martes a la 1:40 de la madrugada lo llevé al Noriega y hora y media después falleció”, explicó la pareja de Douglas Díaz. Comentó además que su padre Luis Piñeiro, se salvó porque apenas se tomó como nueve tragos.
Alexander López, contò en entrevista que desde que supo de la muerte de doce personas en Perijá por beber “ese aguardiente de la muerte” lo dejó de consumir; pero el fin de semana se le olvidó y le compró una botella a Douglas en 1200. “Me confié porque la vi bien sellada.
Cuando la abrí pareciera que hubiese abierto una botella de Old Parr. Le dije a Douglas ‘gordo te salvaste porque abrió bien la botella’”. Partió ese plástico redondo como muestra de que era original”, aclaró López sin entender por qué les había caído mal ese licor si años atrás lo había ingerido sin problemas y en grandes cantidades.
Vía NAD/www.diariorepublica.com