Una primera dama solidaria y conmovida despidió esta mañana a aquel anciano casi centenario que lo más cercano que tuvo en sus últimos años de vida fue el abandono. Roberto Ramírez partió de este mundo a los 98 años en la sede del INASS, dijo esta mañana en el poco concurrido funeral, Yameli Ramírez, una de sus hijas que tras superar algunas diferencias con la prensa y algunos quebrantos de salud, decidió contar la otra parte de la historia que, para ella, nadie conoce.
Desde que este anciano fue dejado en estado de abandono en una acera del edificio El Jabillo del conjunto residencial El Varillal de Maracaibo, son muchos los comentarios que se han hecho, la mayoría cargados de cuestionamientos hacia los descendientes de Ramírez.
El 14 del pasado junio vecinos del edificio El Jabillo no se sorprendieron tanto de ver a Roberto, sino del estado en el que lo habían dejado. Sabían que en uno de esos apartamentos residía una de sus hijas, Yameli Ramírez, y les parecía extraño que se encontrara en ese estado de abandono.
La prensa conoció la historia de cómo lo llevaron hasta allí y de las veces que fue dejado solitario en varios lugares con una nota como si se tratara de un paquete. Yameli Ramírez, abogada de 72 años, dijo ser uno de los siete hijos de Roberto y hoy fue la única que acudió al funeral de su padre junto a su hijo Carlos Chapman.
Se acercó al féretro viendo que la Primera Dama del Zulia lo hacía sin llamar la atención. Margarita de Arias, mostrando un gran sentido de solidaridad y afecto, se colocó al lado de aquel abuelo. Tras una especie de conversa silenciosa con aquel anciano que yacía en la urna, le comentó a los comunicadores que la muerte de este va de alguna manera a contribuir a que la familia tenga más conciencia sobre el trato y cuidado que se les debe dar a estos abuelos. Aclaró que gracias a los medios pudieron conocer detalles de ese caso y destacó el importante papel que jugaron los vecinos al atender en una primera instancia a ese desamparado hombre. “Es bueno saber que en estos momentos donde existen tantas cosas feas, nos encontremos a personas solidarias. Ya a esta altura no importa lo que haya pasado, sino que exista reconciliación”, agregó.
Reconoció que su padre Roberto, en efecto, fue un hombre que tuvo dinero, pero aclaró que no fue acaudalado, y que tuvo problemas de convivencia.
Natural de Maracaibo y único hijo, fue un hombre emprendedor que llegó a ser dueño de una fábrica de pinturas (industrias Bocer) en Sabaneta. Con su esfuerzo levantó a siete hijos y tres de estos son profesionales de la medicina, abogacía y psicología. Sólo uno falleció y el pesar acompañó a Roberto hasta su muerte.
La dama relató que su padre abandonó el mundo empresarial a finales de los año 80 y vivía de otros negocios con su esposa en la casa que le quedó en Sabaneta. Para darle cabida al progreso con la construcción del Metro de Maracaibo, tuvo que vender su vivienda, que compartía con uno de sus nietos y la pareja de este. “Yo me cansé de decirle que con el dinero que le dieron comprara una casa y no me hizo caso; él siempre quiso vivir con Ender, su hijo menor. Tengo mi conciencia tranquila. Él decía que yo era quien lo acompañaba en las horas amargas. Me llegó a pedir perdón varias veces porque no hacía lo que le sugería. Una de esas cosas era que tuviera su casa”.
Pero antes de esto, en el año 2004, se fue a casa de su hija médica en Barinas, porque ya a su esposa se la habían llevado para allá luego de tener quebrantos de salud. A los meses regresó a la casa de Sabaneta, pero al salir de ella se fue hasta la residencia de su hijo en el barrio Carmelo Urdaneta. Lo pudo hacer en otra de sus casas ubicadas en Valle Frío, pero no se atrevió a pisarla porque esa la ocupó su único hijo fallecido, Ruddy Ramírez.
La hija abogada de Roberto dijo no acordarse desde cuándo su padre comenzó a padecer alzheimer. Desde entonces comenzaron a surgir los problemas.
A sus casi 87 años, Roberto se fue a vivir con su hijo Ender Ramírez en Carmelo Urdaneta, pero terminó hospedado en una residencia. De allí lo expulsaron por la pérdida de un bombillo, pero su hija le atribuyó el problema por su padecimiento mental. Entonces, fue a dar a casa de Moraima, otra de sus hijas que habita en la urbanización Urdaneta. Hasta allá lo llevó un nieto, pero no fue mucho lo que permaneció en esa nueva vivienda.
Por razones que no explicaron el anciano fue llevado hasta la intendencia de la parroquia Cristo de Aranza con una nota que decía: “favor entregar a Yameli”, refiriéndose a su hija. Desde entonces la vida de este abuelo se convirtió en un juego de ping pong.
La mujer explicó que lo tuvo en su casa en El Varillal por cinco meses hasta mediados de junio. Luego, por problemas de salud de Yameli, le entregaron al anciano a su hijo Ender.
Carlos Chapman aseguró que después su tío lo devolvió a El Varillal y lo dejó abandonado en la acera. Aseveró que cuando Ender bajó a su abuelo de una camioneta, él no se encontraba en el apartamento, porque su madre estaba con quebrantos de salud en casa de amigos.
Fue en ese estado de abandono que vecinos del edificio El Jabillo hallaron a Roberto Ramírez y le dieron cobijo durante tres días hasta el 14 de junio. Luego la gobernación del Zulia asumió el cuidado del anciano y lo llevó al INASS hasta que la muerte le llegó la mañana del pasado martes.
Antes de partir de este mundo terrenal, Roberto pudo contar parte de su vida. Hoy sus parientes indicaron que algunas de sus narraciones son verdaderas y otras no. Lo cierto es que dio mucho y por ello sus hijos lograron establecerse. Lamentablemente sus últimos años estuvieron cargados de desamores y falta de atención. Tantos techos que ayudó a construir y terminó en uno prestado pero con suficiente calor humano.
Esta mañana, cerca de las 11.00, el féretro del casi centenario Roberto fue llevado hasta el cementerio El Edén, donde fue sepultado.
Vía NAD/www.diariorepublica.com