Por Jose Lombardi
El 8 de abril del 2014, aproximadamente hace 22 meses, el expresidente brasileño Luiz Ignacio Lula Da Silva, le recomendaba públicamente a Nicolás Maduro, convocar a un Gobierno de coalición para reducir la tensión política entre oficialistas y opositores, cito textualmente “Maduro debería intentar disminuir el debate político para dedicarse enteramente a gobernar, establecer una política de coalición, construir un programa mínimo y disminuir la tensión”.
Las condiciones socioeconómicas para esa fecha no eran tan dramáticas como las actuales, por lo que ese mensaje sigue vigente y oportuno, tomemos en cuenta que quien hace la recomendación, es una persona vinculada y con ascendencia dentro del proyecto chavista, convirtiendo el mensaje, en casi un mandato de salvación.
Sin embargo, no hay peor ciego que el que no quiere ver, un Gobierno que insiste en mantener una posición de intransigencia e inflexibilidad y un sector de la oposición avivando la confrontación, pensando que más adelante podrá sacarle provecho, tal como en su momento lo hizo el Gobierno, ambos sectores promotores de la confrontación, les importa poco el sufrimiento de un pueblo, cuya única aspiración en estos momentos, es alcanzar un clima de paz que les garantice condiciones económicas y de seguridad mínima para vivir bien.
Aparentemente, el mensaje enviado por los venezolanos el pasado 6 De diciembre de 2015, no ha sido interpretado correctamente, se insiste en mantener un clima de conflictividad que ha durado 17 años, cuyos resultados han sido catastróficos, pretender mantenerlo con fines políticos para un simple cambio de Gobierno, sería incurrir nuevamente en un error que se ha repetido en nuestra historia, trayendo como consecuencia atraso y pobreza.
Todas las crisis mundiales han sido superadas por acuerdos, pactos o entendimientos entre todos los sectores afectados, no podemos ser la excepción de la regla, negarnos a alcanzarlo es un acto irracional característico de las sociedades atrasadas, que insisten en mantener un estado de atraso frente a un mundo que progresa.
El tiempo se agota y con él la paciencia, 22 meses han pasado de aquellas declaraciones del expresidente brasileño, aún estamos a tiempo de detener el sufrimiento de los venezolanos, recordemos la experiencia chilena, hoy considerado un país de ingreso alto y en vías de desarrollo, cuyo PIB per cápita se encuentran entre los más altos de América Latina, resultados que han sido posible gracias a una dirigencia política que entendió, después de haber sufrido 16 años de dictadura militar que sólo a través de la concertación era posible alcanzar el progreso y el bienestar general que hoy gozan la inmensa mayoría de chilenos.
Frente a 80 mil personas en el estadio nacional de Chile, siendo recién electo presidente Patricio Aylwin, pronuncio lo siguiente: “… Es hermosa y múltiple la tarea que tenemos por delante: reestablecer un clima de respeto y de confianza en la convivencia entre los chilenos, cualesquiera que sean sus creencias, ideas, actividades o condición social, sean civiles o militares, sí señores, sí compatriotas, civiles o militares: ¡Chile es uno solo! ¡Las culpas de personas no pueden comprometer a todos! ¡Tenemos que ser capaces de reconstruir la unidad de la familia chilena! Sean trabajadores o empresarios, obreros o intelectuales; abrir cauces de participación democrática para que todos colaboren en la consecución del bien común; acortar las agudas desigualdades que nos dividen y, muy especialmente, elevar a niveles dignos y humanos la condición de vida de los sectores más pobres…”
Presidente Copei Maracaibo