Por Billy A Gasca Z
Desde la antigüedad el hombre ha sentido la necesidad de buscar mecanismos con el fin de encontrar un ambiente de convivencia apto para su desarrollo y el de su grupo social. De esa manera nace el derecho como reglas obligatorias que admiten al hombre perfeccionar su libertad y tener un conjunto de ideas que le consienten entender el sentido de las cosas que le rodean y además le permite darle valor y peso específico a esos factores sociales.
La ciencia jurídica se encuentra íntimamente relacionada con la ciencia económica, con la ciencia política y con la sociología. Con la primera alcanza jugar un papel preponderante debido a que las reglas convertidas en normas regulan la relación existente entre los sujetos que detentan los factores de producción a los fines que teniendo el poder económico no subyugue este grupo social a la mayoría que no los posee y que mayoritariamente representa el proletariado.
Con la segunda posee una vinculación trascendental debido a que busca un equilibrio entre los factores de poder velando que quien ha sido elegido como representante de las mayorías tenga como norte de su actuación el respeto a las minorías; y por último, la norma jurídica encuentra en la sociedad su nicho, su razón de ser, como diría Hans Kelsen, la importancia de la existencia del Estado es el valor que la misma sociedad le imprime al contrato social como norma rectora de convivencia para el desarrollo armónico de las capacidades del ser humano.
En su obra maestra “El Capital”, Karl Marx expone que el Estado es un aparato que concentra la violencia. Señala que no es el reino de la razón lo que impera e importa sino el de la fuerza, considerando que el Estado es un mal necesario, de ahí la posibilidad de vivir felizmente sin él. Afirma que éste cumple funciones que se derivan de una condición social superable: La Sociedad de Clases. Si la función del Estado es perpetuar el poder de la clases dominante mediante la represión de las clases subordinadas, en el momento que se extinga tal antagonismo morirán también las razones que dan nacimiento al Estado, pero para que ello sea posible la clase obrera debe imponerse frente a la burguesía, dándole paso a la revolución social la cual es eminentemente política.
Contrario a lo que comúnmente se ha pensado, la revolución propuesta por Marx no prevé una sociedad igualitaria, con los mismos derechos y con las mismas posibilidades de desarrollo. Todo lo contrario, el también autor del “Manifiesto Comunista” reconoce que no puede existir tal sociedad, lo que propone es revertir el antagonismo o diferencia de clases sociales impuestas por el Capitalismo, lográndose con ello la abolición del Estado cuando el proletariado asuma el poder subyugando a la clase históricamente dominante. Ello presupone que después de la Revolución Soviética no existe en el mundo contemporáneo una experiencia similar en el planeta.
Docente Universitario