Por Billy A Gasca Z
Mucho se ha hablado de nuestro estado Zulia, de sus riquezas, de sus atributos, de sus potencialidades. Sin embargo, es común aun entre quienes nacimos en esta mágica tierra desconocer parte de su territorio y con ello parte también de su historiografía.
Hoy, quiero dedicar mi atención a un lugar mágico, un territorio insular que recoge mucho de lo que somos, de lo que hemos sido y lo que estamos destinados a ser. Enclavado en nuestro Coquivacoa se encuentran un puñado de montañas que a partir del mes de Mayo se acobijan con mantos amarillos bajo el estigma del Araguaney y al mirarlas desde lejos parecieran dromedarios vestidos de gala en época donde las flores perfuman el lugar.
Isla de Toas es un espacio insular que pertenece al Municipio Almirante Padilla de esta tierra zuliana destinada a ser el epicentro de los más importantes acontecimientos de la República. Con nueve mil habitantes aproximadamente funge como la capital del Municipio Padillense que además de Toas lo conforman San Carlos, Maraca, Sabaneta de Montiel y Zapara, territorios ocupados y otros islotes o bajos que aún no han sido habitados.
Durante muchos años Toas fue un destino preferido por propios y extraños para el disfrute y el sano departir. Hoy la realidad es distinta, aunque guarda en su seno las potencialidades inmensas para el turismo nacional e internacional y para la explotación de sus riquezas naturales, no hemos sabido aprovechar la oportunidad que tenemos de transformarla en la perla de Venezuela.
Particularmente he tenido el privilegio de conocer cada rincón zuliano, pero debo confesar públicamente que como Toas no existe otro lugar. El deleite de compartir experiencias con sus habitantes me han demostrado que falta mucho camino por andar pero que bien vale la pena luchar porque los sueños de cada niño, de cada estudiante, de cada cultor y de cada pescador se hagan realidad en tiempos donde pareciera no ser posible cambiar sus destinos.
Isla de Toas debe ser la referencia turística obligada de nuestro Estado. En ella tenemos que seguir trasformando la educación y la asistencia a la salud pública, debe ser el lugar de las grandes posadas para el disfrute de la variedad de productos que el lago nos regala, y en alguna cumbre montañosa debemos erigir una inmensa imagen de concreto revestida en marmolina de la virgen de Lourdes que iluminada pueda servir de guía y protección a su pueblo trabajador que recoge su principal sustento de las aguas de nuestro imponente lago, y bajo su inspiración debemos hacer de este espacio geográfico el orgullo de la zulianidad que es un sello que Victor Alvarado fiel exponente de la danza, la contradanza y el bambuco supo siempre enaltecer de su tierra a quien llamò la “Linda Diosa”.