Por Francisco Arias Cárdenas.
Esta semana que pasó destacó la noticia de voceros del gobierno de Estados Unidos que afirman haber participado como “oyentes” en reuniones conspirativas con militares venezolanos que plantean derribar al Presidente de la República Nicolás Maduro Moros. Afirman que sólo “oyeron” y que según dice la fuente norteamericana, solamente tenían visiones y críticas globales, sin mayor organización ni plan concreto.
Aún cuando no parece ser el estilo de las acciones encubiertas, no resulta extraña la afirmación, sino más bien un salto hacia adelante con lo que podrían ser informaciones y testimonios fehacientes de ese trabajo antidemocrático, inamistoso e intervencionista de la potencia continental, que pudiera salir de investigaciones de los órganos de seguridad de Venezuela. Pero también tiene un sentido de decir a los descontentos algo así como “anímense, conspiren que cuentan con la maquinaria fuera de los Estados Unidos”
En cualquiera de los dos casos es una postura y actividades que están no solamente reñidas con la ética y la relación sincera de respeto que debe existir entre Venezuela y Estados Unidos, es una muestra de descaro y arbitrariedad propia de los fuertes sin consciencia y mínimo acato al derecho internacional y a los derechos humanos.
Si de algo pudiera servir, es urgente que los políticos de todos los partidos de Venezuela, los verdaderos empresarios de todos los sectores, exigiéramos al gobierno de USA que dé buenos consejos y asesoramiento a la oposición. Que vayan a elecciones y ganen elecciones, y si llegaran a ganar, que no cometan de nuevo la torpeza que les anuló la victoria del 2015, usar un espacio tan poderoso y emblemático como la Asamblea Nacional para amenazas, conspiraciones y guarimbas que solo les ocasionan derrotas con mucho dolor para inocentes.
Y que si ganan, asuman y gobiernen, como lo deben estar haciendo los opositores en espacios regionales y municipales, sin la tentación de la violencia y la destrucción que rechaza nuestro pueblo.