Segundo Chirinos
Ante el triunfo arrollador del oficialismo en Venezuela, con el auto gol de Obama, la MUD trata de recomponer su ajedrez político y pasar de las diez mil firmas de venezolanos diciendo “no” al decreto del gobierno norteamericano, las cuales son un mensaje claro para la oposición: el socialismo va a ganar la mayoría en la Asamblea Nacional, y ahora sus representantes sí deben ser los mejores dirigentes comprometidos con la revolución, hablar claro, tener buenos proyectos y discursos excelentes en tan apreciada tribuna, aprobando leyes para el desarrollo del país.
El presidente Nicolás Maduro y todo su tren ejecutivo están planteando fortalecer las divisas necesarias para la producción y la importación, y para la seguridad, la educación, la salud, la alimentación y el resto de las misiones de gran importancia para los venezolanos.
Por eso vemos cómo salen los viejos caimanes de la política, los de la cuarta república como Claudio Fermín, Diego Arria, Henry Ramos Allup, María Corina Machado, Andrés Velázquez; hasta “Paquita, la del barrio”, y muchos más que hablan de crisis económica y política, aunque solamente salen en campañas electorales como aspirantes presidenciales o candidatos a diputados.
Es la vieja fórmula adeca y copeyana –me lanzo, no me lanzo, me tiro, no me tiro– vemos a Eduardo Fernández (¿cuántas veces ha sido candidato presidencial?) y seguirán pronunciándose otros, buscando tribuna, escribiendo artículos. Como los viejos caimanes y camaleones de la política venezolana, al pasar las elecciones volverán a su estado natural, a echarse palos de los buenos, a esconderse y olvidarse de los problemas y soluciones del país. Son una vergüenza como dirigentes políticos. Claudio Fermín, por ejemplo, ¿cuántas veces ha recorrido el país, como candidato presidencial? ¿Cuánto dinero han entregado sus adeptos para sus campañas, y luego los abandona?
Hay muchos empresarios que me lo han dicho aquí en el Zulia, Claudio Fermín es un negociante de la política. Así mismo, Álvarez Paz, que destrozó y quebró a la banca pública y privada en Venezuela desde su época de gobernador y aspirante presidencial, desfalcando a millones de ahorristas. Hoy veremos a muchos políticos de la cuarta república aspirando ser diputados nacionales, buscando tribuna presidencial; los hay como arroz picado, como aspirantes a gobernadores, alcaldes, etc., negociantes, dirigentes súper devaluados como actores de la política.
Ciertamente tenemos muchos problemas; uno de ellos, la falta de abastecimiento de alimentos y las colas para poder conseguir los productos de la dieta diaria y los medicamentos. Esos problemas lo vivimos todos los venezolanos, sin distingo político. Es una necesidad imperiosa atacar ese problema, no es solo responsabilidad del Gobierno nacional, es responsabilidad de todos los venezolanos abandonar la cultura del bachaqueo, de la reventa y de la extracción de alimentos y gasolina a Colombia; eso se está volviendo un gran problema nacional, muy peligroso para la democracia venezolana.
La corrupción es otro de los grandes problemas. Antes solamente era señalada de corrupción la dirigencia política; hoy, con gran pesar, podemos decir que está incrustada en la mayoría de la sociedad venezolana; se cobra y se paga por todo. Nos hace mucha falta tomar conciencia de los valores, de la honestidad. La corrupción administrativa se está atacando en algunas instancias del Ministerio Público y del poder judicial, pero hay que apretar “tornillos” y “tuercas” en todos los niveles de la administración pública y privada.
Nuestro país se construye con verdaderos valores de honestidad, en Venezuela no hace falta robar para hacer dinero, para levantar la familia decentemente y las generaciones del futuro y el presente. Con todos los problemas que existen, somos un gran país en prosperidad, eso sí, utilizando el trabajo, la constancia, la perseverancia, la inteligencia, la creatividad y el amor a la patria. Hay que producir más, ya está bueno de seguir viendo como una sociedad corrupta, como dueños absolutos de nuestras riquezas, donde solamente se aspira a un cargo público para salir rico y multimillonario de la noche a la mañana.
Cuando la mayoría de los dirigentes políticos dejen de ver los dineros públicos como si fuesen de ellos, empezaremos a tener una buena y honesta Venezuela. No queremos ser vistos por esos dirigentes políticos como una cifra de más de 30 millones de venezolanos, que somos una carga para la sociedad, que no producimos nada y que solo queremos vivir del Estado.
Sería bueno que todos los cargos de elección popular fueran ad honorem, para ver cuántos aspirarían a ocupar uno en la administración pública.
La gloria para Dios.
Segundo Chirinos