La policía del estado brasileño de Espirito Santo no volvió a trabajar el sábado, a pesar de que el gobierno anunció horas antes que había llegado a un acuerdo con los oficiales para poner fin a una semana de huelga que ha provocado un fuerte aumento de los asesinatos.
La mayor parte de la violencia se ha producido en las zonas pobres de Vitoria, la capital del estado que está rodeada de playas y donde tiene una fuerte presencia la industria petrolera, minera y portuaria.
Las calles de Vitoria estaban tranquilas el sábado tras la llegada a Espirito Santo de más de 4.000 efectivos para reforzar un despliegue inicial de 1.200 soldados. Funcionarios del estado ubicado al norte de Río de Janeiro dijeron a periodistas el viernes que habían llegado a un acuerdo con representantes de la policía para que los patrullajes se reanudaran a las 7:00 de la mañana (0900 GMT). Pero familiares de los oficiales dijeron a Reuters que no había tal acuerdo.
El ministro de Defensa de Brasil, Raúl Jungmann, y el fiscal general, Rodrigo Janot, se reunieron el sábado con funcionarios del Estado y representantes de la policía en Vitoria en un esfuerzo por avanzar en las negociaciones, pero no se llegó a un acuerdo. Jungmann dijo al portal de noticias UOL que los policías en huelga «estaban contribuyendo al aumento de la delincuencia» y que «lo sepan o no, están del lado de los criminales que están matando ciudadanos».
Bajo la ley brasileña, es ilegal que la policía realice huelgas, por lo que sus familiares han tomado medidas para impedir físicamente que los vehículos de la policía salgan de los cuarteles para realizar patrullajes. La policía no ha intentado impedir la acción de sus familiares, en medio de temores entre los cercanos de los oficiales de que militares podrían tomar medidas por la fuerza.
La policía en huelga dice que no recibe un aumento salarial en cuatro años y que su sueldo base mensual, de unos 2.700 reales (867 dólares), es uno de los más bajos de Brasil.
Vía Panorama/www.diariorepublica.com