Miles de brasileños salieron a las calles el domingo para exigir la destitución de la presidenta Dilma Rousseff, pero las primeras protestas a nivel nacional desde que se inició el proceso formal de juicio político a la líder izquierdista fueron menores a otras similares realizadas este año.
La policía no brindó estimaciones oficiales pero canales de televisión dijeron que unas 6.000 personas se manifestaron en Sao Paulo y un número un poco menor en Río de Janeiro y Brasilia.
«Esto es solo calentamiento, habrá una gran movilización en enero», dijo Paloma Morena, una química de 35 años en la calle más conocida de Sao Paulo, Avenida Paulista.
Cientos de miles tomaron las calles en agosto y hasta un millón de brasileños se manifestaron en marzo.
Una movilización a gran escala podría aumentar la presión sobre los legisladores para votar por una acusación contra la mandataria.
El presidente de la Cámara baja, Eduardo Cunha, abrió un proceso de juicio político contra Rousseff el 2 de diciembre, coincidiendo en que el Congreso debería considerar las acusaciones de la oposición de que Rousseff violó las leyes de presupuesto para aumentar el gasto durante su campaña de reelección en 2014.
Pero la molestia de muchos brasileños apunta también a la profundización de la recesión y a un escándalo de corrupción que involucra a varios miembros del partido de la mandataria.
«La inflación está por las nubes, el desempleo es sorprendentemente alto y no obtenemos nada por la cantidad de impuestos que pagamos», dijo Andre Patrao, un economista de 47 años que protestaba en el lujoso barrio de Copacabana en Río de Janeiro.
La oposición no tendría los votos para destituir a la presidenta, quien niega haber cometido alguna irregularidad en el manejo de las cuentas públicas y se ha comprometido a combatir un juicio político con todas las herramientas legales disponibles con el fin de terminar su segundo mandato.
Si una comisión parlamentaria decide llevar a cabo un juicio político, el proceso se votará en una sesión plenaria de la Cámara, donde la oposición necesita dos tercios de los votos para comenzar un juicio de impugnación de 180 días en el Senado.
Durante el juicio, Rousseff sería suspendida y reemplazada por el vicepresidente Michel Temer.
El Supremo Tribunal Federal de Brasil (STF) suspendió los procedimientos de impugnación contra Rousseff hasta que revise una votación secreta por la que una comisión del Congreso que investiga a la mandataria quedó conformada principalmente por opositores.
Mientras tanto Cunha, un ex aliado de Rousseff, enfrenta cargos formales por aparentemente recibir sobornos, en medio de un grave escándalo de corrupción centrado en la petrolera estatal Petrobras.
Vía Panorama/www.diariorepublica.com