La cumbre del G-20 en San Petersburgo no ha servido para acercar a las grandes potencias respecto a la crisis Siria. EE UU, Francia, Turquía y Reino Unido son partidarios de un ataque militar contra el régimen deBachar el Asad. La coalición liderada por Washington considera que Damasco es el responsable del ataque con armas químicas que el pasado 21 de agosto mató en el este de la capital siria, según la inteligencia estadounidense, a 1.429 civiles, 426 de ellos niños. En el lado opuesto, Rusia y China, miembros permanentes y con derecho de veto en el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, rechazan una respuesta militar debido a que no consideran probado “de manera independiente” que El Assad sea el responsable de la matanza.
Estas eran las posiciones antes de que los líderes de los grandes del globo llegaran a la antigua capital imperial rusa, y en ese mismo punto han permanecido. El presidente Obama no ha cedido a la presión rusa ni a las llamadas a dar una oportunidad a la diplomacia del secretario general de la ONU Ban Ki-Moon y la Unión Europea. EE UU y sus aliados tampoco consideran relevante para iniciar el ataque conocer el resultado de los análisis obtenidos sobre el terreno por los inspectores de Naciones Unidas porque su mandato se limita a determinar si se ha recurrido a armamento químico, no quién ha sido el responsable, el punto central en discusión. El enviado de Naciones Unidas a Siria, Lakhdar Brahini, se ha mostrado duro esta mañana con Washington al afirmar que ningún Estado tiene el derecho de «tomarse la justicia por su mano» y llevar a cabo acciones militares sin la aprobación del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas.
Obama y su homólogo ruso, Vladimir Putin, permanecieron alejados tras la larga cena de ayer. “Ha habido una discusión con una clara separación en el grupo”, una fuente del G20 ha confirmado a la agencia Reuters. Miembros de la delegación japonesa hablan de “un intercambio de opiniones francas” sobre Siria, lo que transmite la incapacidad para encontrar un terreno sobre el que acercar posiciones entre Washington y Moscú.
El enviado de Naciones Unidas a Siria, Lakhdar Brahini, afirma que ningún país tiene derecho a «tomarse la justicia por su mano»
En la rueda de prensa posterior a la cumbre, Putin ha reconocido que hubo una discusión con Obama sobre el tema sirio. El presidente de EE UU, por su parte, ha agradecido el apoyo del presidente francés, François Hollande, a la hora de defender una intervención en el país árabe. Mientras, el primer ministro turco, Recep Tayyip Erdogan, ha afirmado que «casi todos los líderes [del G20] han expresado que una operación contra Damasco es extremadamente necesaria».
Además, el presidente chino, Xi Jinping, se ha alineado con Rusia sin matices. Xi transmitió a Obama que para resolver el problema sirio solo cabe hallar una resolución política y no recurrir a un ataque militar, según informa la agencia oficial china Xinhua. “Una solución política es la única opción correcta para la crisis siria, un ataque militar no puede resolver las raíces del problema”, afirmó Xi.
El president chino, Xi Jinping, se ha alineado con Rusia sin matices
No obstante, Obama ya ha decidido atacar. Según The New York Times, el presidente ha ordenado al Pentágono elaborar una lista de potenciales objetivos para que la operación sea efectiva. La inteligencia estadounidense ha trasladado que El Asad ha estado trasladando tropas y equipamiento para utilizar armas químicas mientras el Congreso debate autorizar la operación.
La imposibilidad de contar con el aval del consejo de Seguridad de Naciones Unidas para llevar a cabo el ataque, ante la negativa de Moscú y Pekín, ha llevado Obama ha concentrar sus esfuerzos legitimadores en su propio país. El 30 de agosto el presidente anunció la decisión de buscar la aprobación del Congreso para atacar Siria.
Aunque la crisis siria ha acaparado los titulares de la cumbre, el presidente ruso ha dedicado gran parte de su alocución final al objetivo inicial de la reunión: definir el futuro económico en un mundo en el que la recuperación de Europa y EE UU va más lenta que lo previsto y donde la expansión galopante de los mercados emergentes parece haber perdido ritmo.
Tomado de El País de España