Este año se celebra en Estados Unidos el 50º aniversario del estreno de la primera película de La Pantera Rosa, la génesis de una saga que ha fructificado en cine y en varias series de dibujos animados. Que ha logrado un Oscar al mejor corto de animación, que convirtió en millonarios a Edwards y a Sellers.
La Pantera Rosa es también la plasmación de dos talentos gigantescos, y no muy apreciados por las personas que les rodeaban, especialmente Sellers, un enorme actor que no sabía qué hacer cuando no filmaba y que convertía los rodajes en un infierno. Compañeros de profesión le calificaban como Hitler, y Billy Wilder, quien ya sabía qué era lidiar en una filmación con un desastre andante como Marilyn Monroe, también le dedicó unas bonitas palabras: “Sólo hubo una Marilyn y, maldición, sólo ha habido un Peter Sellers”.
La Pantera Rosa es también el inicio de una de las grandes relaciones tormentosas de la historia del cine. Al acabar el rodaje, que había ido como la seda, Sellers envió una carta a los productores asegurando que habían filmado un desastre. Sellers aún desarrollaba otro guion sobre la saga, El romance de la Pantera Rosa, cuando falleció en 1980 tras sufrir un infarto de miocardio.
Edwards, quien no estaba en ese proyecto, realizó Tras la pista de la Pantera Rosa en 1982 con tomas falsas y descartes de Sellers de las películas precedentes; La maldición de la Pantera Rosa en 1983 con un Clouseau interpretado por varios actores, y El hijo de la Pantera Rosa en 1993, con Roberto Begnini como vástago del investigador. Ninguna de ellas alcanzó la categoría, la clase y el humor de la primera.
Vía UN/www.diariorepublica.com