Novak Djokovic ganó su vigésimo quinto Masters 1.000, el tercero en Shangái después de los conseguidos en las ediciones de 2012 y 2013. Logró ante Jo-Wilfried Tsonga el noveno título del año y el número 57 de su carrera por un tanteo de 6-2 y 6-4, en 1 hora y 18 minutos. Si el partido se alargó más de 60 minutos fue simplemente porque Tsonga sacó en el segundo set como si se acabara el mundo pero ni aún así fue capaz de llevar el desenlace a la muerte súbita. Y es que Djokovic resta mejor que sirve.
Aunque en general lo hace todo bien. Es una máquina de precisión. Más ganadores que su rival, 18 a 17, y tan sólo ocho errores no forzados. Ahora le tpca defender las coronas de París-Bercy y la Copa Masters. Sin embargo, por lo que pasará mañana a la historia el serbio es por batir por segunda vez el récord histórico de puntos en el circuito profesional masculino. Sus 16.785 son y serán inalcanzables para cualquiera de sus adversarios hasta el día que ‘Nole’ decida colgar la raqueta. Eso queda lejos con 28 años. Porque nadie podrá igualar sus resultados en 2015: 13 finales en 14 torneos, de las cuales ganó nueve en todo tipo de superficies: hierba, tierra y dura. Y su cancha preferida es bajo techo, que es precisamente lo que viene a continuación en el calendario.
A Djokovic le da igual la pista, las condiciones atmosféricas, el tipo de pelotas y el rival que tiene delante. Simplemente es el mejor y no tiene que buscar excusas a las derrotas. Apenas ha sumado cinco en el presente ejercicio por 73 victorias. Tsonga fue un digno finalista en Shangái, sumando dos juegos más de los que se anotó Andy Murray en las semifinales y dos más de los que sumó Rafael Nadal hace apenas una semana en la final de Pekín.