Por Mario Villegas
El recurso predilecto del chavismo para chantajear y descalificar a quienes se oponen a Hugo Chávez desde la izquierda es blandir la tesis de que se puede discrepar del Presidente y de su gobierno, incluso divorciarse de su proyecto político, pero jamás apoyar a un candidato de la derecha.
En el pasado, líderes y partidos de izquierda apoyaron a candidatos marcadamente derechistas. Alfredo Maneiro y la Causa R a Jorge Olavarría, Guillermo García Ponce y la Nueva Alternativa a Rafael Caldera, al igual que lo hizo el Partido Comunista. Y Chávez no pierde ocasión para exaltar a Maneiro y a García Ponce, así como el respaldo que le brinda el PCV.
También cabe preguntarnos si, más allá de su irrefrenable cotorreo, Chávez y su gobierno son coherentemente de izquierda. Sostengo que algunas de sus características esenciales son francamente derechistas. Veamos.
El militarismo es una desviación de derecha. Y el Presidente no sólo es militar sino militarista, como lo evidencian las concepciones que le brotan por la boca y por los poros, las cuales determinan todas y cada una de sus actuaciones.
La izquierda es en esencia discutidora. El debate, la crítica y la autocrítica, son insustituibles en el hemisferio izquierdo de la política y su ausencia sólo es posible en modelos pervertidos, rendidos a la sumisión y la incondicionalidad, como éste que lidera Chávez. Nunca antes, el “ordeno y mando” tuvo mejor representación.
Tampoco el individualismo engrana en los principios y valores que inspiran a una persona de izquierda. El individualismo chavista es lo más antagónico a la noción colectiva enraizada en las ideas del socialismo.
El arribismo, el afán de lucro personal, las corruptelas y la opulencia, están reñidos con la formación ética y moral de un militante de izquierda, pero han copado la praxis permanente en el partido de gobierno y en la gestión pública.
Derechista en extremo es la naturaleza antisindical y por consiguiente antiobrera del chavismo, a cuyo mandamás le estorba un movimiento obrero organizado que dé a respetar su autonomía y las conquistas laborales, a la vez que reclame un papel preponderante en la definición del rumbo nacional.
Quien apoya a Chávez, avala estas concepciones y conductas reaccionarías, que si bien son negativas en cualquier individuo o movimiento, lo son tanto más en quienes se presentan como izquierdistas inmaculados.
El 7 de octubre no vamos a elegir entre izquierda y derecha, sino entre un modelo autoritario, ineficaz, excluyente y corrupto, y un modelo democrático, progresista, incluyente y honesto. Y es de celebrar que, además de otros partidos, al lado de Henrique Capriles Radonski, quien se ha declarado de centro izquierda, figuren miles de hombres y mujeres que provienen y militan en movimientos de la izquierda democrática y que se negaron a caer en el chantaje oficialista.