Este 16 de marzo, el Zulia recuerda con tristeza que un día como este, 46 años atrás, vivió una enorme tragedia que aún lo enluta: la caída del DC-9 de Viasa sobre la urbanización La Trinidad y el barrio Ziruma de Maracaibo.
155 personas –83 pasajeros y tripulantes y el resto personas en tierra- perdieron la vida ese día como consecuencia de lo que hasta esa fecha era considerada la tragedia aeronáutica más grande en la historia del mundo.
Fue el peor siniestro en su tipo en nuestra región hasta el 2005, año en que un avión de la West Caribbean se precipitó sobre la Sierra de Perrijá. El accidente causó la muerte de 160 personas.
Los hechos
A las 11:20 de la mañana del 16 de marzo de 1969, salió de Maiquetía el vuelo 742 de Viasa con destino a Miami, haciendo escala en Maracaibo. En la capital zuliana debía recoger más pasajeros y despegar hacia el sur de la Florida.
Unos minutos más tarde, el DC-9 de Viasa comienza a rodar por la pista del aeropuerto Grano de Oro hacia lo que sería su destino final. Testigos presenciales del suceso revelaron que el avión, comandado por el capitán Emiliano Zabelli Maldonado, tuvo problemas al aterrizar en Maracaibo. Se especulaba que había tropezado o succionado unas ramas de árboles que estaban próximas a la pista.
Tras recargar 24 mil libras de combustible y embarcar a 27 pasajeros en la capital zuliana, el avión despegó a las 12:05 del mediodía, no sin asomar dudas sobre su normal funcionamiento.
“El aparato, que no pudo levantar más de 70 pies, se notó muy pesado al momento del despegue, cosa que no hizo sino al final de la pista principal del aeropuerto, casi sobre el alambrado de la parte norte”, reseñó la edición número 17.498 del diario Panorama, de fecha 17 de marzo de ese año.
Quienes se quedaron en Grano de Oro viendo despegar al avión para despedir a sus familiares o amigos fueron testigos de que el aparato no tomó la característica posición de impulso vertical.
“Inmediatamente después se pudo apreciar con gran claridad una lengua de fuego gigantesca que salía de la turbina izquierda del avión, al tiempo que rozaba un poste por los lados del cine Capitolio en el barrio Ziruma y el aparato de volteaba completamente del mismo lado donde llevaba la turbina incendiada. Surcos de dolor, muerte, desolación y llanto comenzó a abrir el jet en el sector La Coruba del barrio Ziruma, para concluir su trágica trayectoria en la unidad residencial La Trinidad”, reseñó Panorama.
Hay un contraste entre las condiciones idóneas para la concreción de la tragedia. Por un lado, vale mencionar que el avión tenía sólo 10 días de servicio –hoy muchos de los que abordamos tienen hasta 30 años o más-. Por otro lado, la tragedia ocurrió un día domingo al mediodía, justo cuando las familias estaban sentadas a la mesa para compartir y degustar su almuerzo.
Ya para ese tiempo, los marabinos estaban conscientes de que su terminal aéreo debía salir de la ciudad. Estaba en construcción el aeropuerto de Caujarito, pero aún no concluían las obras.
Impacto mundial
Aún sin Internet, sin teléfonos celulares y sin toda la tecnología con la cual contamos hoy, la noticia se propagó por todo el mundo como pólvora. “En menos de 24 horas, La Trinidad estaba llena de corresponsales internacionales de radio, prensa y televisión”, aseguró Héctor Escalante, periodista y hoy profesor universitario, al diario Versión Final.
La tragedia no sólo consistió en la muerte de los pasajeros y tripulantes, sino también en la muerte de a quienes les cayó cada parte desprendida del avión, encima de ellos o de sus casas.
Dicen que cuando el aparato llega a La Trinidad, su tanque de combustible repleto se rasgó con una torre de iluminación de una cancha deportiva de la zona, comenzando a derramar la volátil sustancia sobre las casas y personas que por allí se encontraban. Segundos después colisiona con un poste de electricidad con dos transformadores, causando una estruendosa explosión.
“Tres hijos, su esposa y su suegro perdió el atleta Lino Connell cuando una turbina del jet cayó sobre su casa en La Trinidad”, tituló Panorama en la página 35 de la edición antes mencionada.
Tiempo después, se supo que Connell no estaba en su residencia a la hora del siniestro. Había ido al estadio luego de hacer las compras con su familia en el supermercado de La Trinidad. “Escuché en una emisora que se había caído el avión de Viasa en la urbanización. Traté de entrar a la casa y me dijeron que no, que los hijos míos estaban en el hospital y que la bebé, que tenía tres meses, se la habían llevado a la casa de una prima hermana mía que vivía cerca. Cuando vi a la niña pensé que los varones también se habían salvado. Después me llamó mi hermana y me dijo que no, que estaban en la casa, pero habían fallecido”.
Panorama presentó ese día una foto de Connell inmediatamente después de que éste se enteró de la tragedia. La leyenda dice: “Cuando llegó hasta el lugar de la espantosa tragedia, casi se volvió loco. Entonces algunos amigos lo sujetaron para evitar que entrara a su casa, donde se encontraban los cadáveres de sus seres queridos”.
Otras personas de renombrado apellido también perdieron la vida en la tragedia, como por ejemplo Antonio Herrera, propietario del equipo de béisbol Cardenales de Lara, quien viajaba junto con su hijo a Miami. También murió Isaías “Látigo” Chávez, lanzador venezolano de las Grandes Ligas, quien vio truncado su futuro.
Causas sin determinar
Mucho se ha especulado sobre lo que pudo originar el accidente, a raíz de que en aquella época la tecnología era obsoleta para llegar a las causas reales del siniestro.
Unos decían que la pista de Grano de Oro no tenía la distancia necesaria para el despegue de este tipo de aeronaves, información que fue desmentida por expertos, quienes indicaron que la longitud de la pista no era el problema.
Las principales sospechas apuntan a un sobrepeso inminente en el YV-C-AVD, que evitó que se levantara lo suficiente para iniciar su vuelo normal.
Sin embargo, Panorama afirmó en su página 34 de la edición del día siguiente que el avión cayó a tierra tras habérsele incendiado la turbina izquierda, “perdiendo equilibrio y volteándose completamente en el aire”.
“Una vez despegado y a unos 75 pies de altura sobre el aeropuerto, la turbina izquierda comenzó a incendiarse y el avión hizo un viraje sobre ese mismo lado, y de inmediato quedó volteado completamente, cayendo sobre la zona residencial de La Trinidad y Ziruma”.
El drama por la caída del avión de Viasa picaba y se extendía a partir de ese momento, pues ahora correspondía la identificación de los cadáveres por parte de los familiares –difícil labor debido a las quemaduras en los cuerpos-, la lucha para que sobrevivieran los numerosos heridos -27 hasta ese momento- y la conjunción de esfuerzos para que una tragedia así no volviera a ocurrir.
“En el nuevo aeropuerto no hubiera ocurrido la espantosa tragedia. Grano de Oro tiene sólo 2.600 metros de pista contra 3.400 de Caujarito, y el viejo aeródromo no tiene demarcadas las zonas de seguridad”, denunciaba Panorama el 18 de marzo de 1969.
Entretanto, el Gobierno nacional decretaba tres días de luto, y durante la mañana del día siguiente se ofició el funeral en la Catedral de Maracaibo en honor a las víctimas, a cargo de monseñor Domingo Roa Pérez. La ciudad no salía del asombro, mucho menos del luto.
Panorama aprovechaba la ocasión para contar decenas de relatos que podían haberse quemado con el accidente, y que constituían la tragedia particular de cada familia: “Anillos, dinero, cadenas y utensilios caseros localizan en escombros del jet…”; “Iba a visitar a su madre el italiano Tavolieri, quien vivía en Ciudad Ojeda…”; “Nueve personas murieron en la casa de Luis Ramírez…”; “Dos esposas de trabajadores de Creole entre las víctimas de la tragedia…”. El siniestro sigue aún en la mente de muchos zulianos.
Vía ES / www.diariorepublica.com